Markus Krebber, consejero delegado de RWE, puede estar satisfecho con el desempeño semestral, pero debe vigilar la deuda y el apalancamiento
RWE ha sufrido un apagón en lo que ha beneficio neto se refiere, pues ha ganado 1.583 millones de euros hasta septiembre, lo que supone casi seis veces menos que hace un año (9.094 millones). Eso sí, quiere subir el dividendo que repartirá este año, a pesar del coronavirus, pasando de los 0,80 euros por acción de 2019 a 0,85 euros… y la bolsa, como es lógico, ha aplaudido: la cotización ha subido casi un 2% (+1,92%).
La segunda productora de electricidad de Alemania, tras E.On, ha dado un giro en la evolución de sus ganancias, que en el primer semestre fueron un 22% superiores a las de hace un año, tras el ajuste de las actividades que compró a su rival (renovables de Innogy y de E.On) y las que le ha vendido (redes y venta de energía de Innogy). El Ebitda ajustado ha aumentado un 13%, hasta 2.224 millones.
Sigue creciendo en renovables: en verano acordó la compra de parques eólicos y plantas fotovoltaicas de Nordex (fabricante de aerogeneradores que tiene como principal accionista a Acciona, aunque manda la familia alemana Quandt)
Por su parte, la facturación se ha situado en 9.392 millones (+3,7%), superando los 6.475 millones del primer semestre, y RWE se ha visto fortalecida después de que el Tribunal Constitucional alemán tumbara la regulación aprobada en 2018 para compensar a los consorcios energéticos por el abandono de la energía nuclear. La energética sigue creciendo en renovables: en verano acordó la compra de parques eólicos y plantas fotovoltaicas de Nordex (fabricante de aerogeneradores que tiene como principal accionista a Acciona -36,4%-, aunque manda la familia alemana Quandt) por 402,5 millones.
Paralelamente, RWE ha logrado reducir su deuda neta en más de 1.000 millones respecto a finales del año pasado, situándola en 5.911 millones. Esta cifra es muy inferior a la que tiene E.On (42.092 millones).