Sánchez. Sí, este hombre es un ególatra, un psicópata… y un incapaz
Cuando alguien calificó a Sánchez de psicópata, me pareció una exageración pelín injuriosa, pero tras su nueva comparecencia ante los medios, la noche del sábado 18 me he convencido de que, en efecto, Pedro Sánchez es un ególatra, como le califica Pablo Casado -vulgo chulo- y un psicópata. También un incapaz, pero eso ya lo sabíamos porque por sus frutos los conoceréis.
Y no: no resulta duro calificarle de psicópata porque aquí hay muchos miles de muertos. Psicópata es quien modifica la realidad, para adecuarla a su previa, y generalmente interesada, deformación. Cuando la periodista de Europa Press le preguntó por qué, si lo había hecho tan bien frente al coronavirus, estamos entre los países con más fallecidos por habitante (entre los más no compañera, el que más, y también encabezamos la lista de contagiados) él le responde a otra acusación no formulada: no reaccionamos tarde sino que lo hicimos antes que otros países. No le acusaban de haber reaccionado tarde, presidente, sino de haber reaccionado mal y de seguir haciéndolo mal. Y eso lo han pagado muchos españoles con su vida, mientras Sánchez insiste en que ha salvado “decenas de miles de vidas”.
Soltará la cadena a “nuestros hijos y nuestras hijas, a nuestros nietos y nuestras nietas” el día 26, pero no sabemos cuánto ni cómo. Y mantendrá el arres domiciliario hasta el 9 de mayo
Ególatra: el periodista de El País, Carlos Cué, le pregunta por qué le resulta tan difícil coger el teléfono y llamar a Pablo Casado para negociar. La respuesta de Pedro Sánchez duró 8 minutos: no sólo no respondió, es que ni tan siquiera citó al líder de la oposición en su respuesta… el mismo líder a quien había convocado por televisión y a través de la ministra portavoz, como si se tratara de su mayordomo.
No sólo eso, en su larguísima respuesta aludió a todos los grupos políticos con los que ha hablado, incluidos separatistas, comunistas y radicales varios y les alabó, además de alabar a los comunistas de Podemos en el seno del Gobierno. A Vox y el PP ni citarlos. Y todo ello mientras hablaba de “humildad”. Dime de que presumes…
El otro mensaje: unidad, pero eso sí unidad alrededor de mí mismo.
Reconstrucción económica y social: no sabemos de qué está hablando. Exige unidad… en torno a su persona
Otra característica del psicópata: la crueldad, compatible con el elogio y con el autoelogio: Lo habéis hecho muy bien españoles y españolas pero… “no es posible mitigar el confinamiento”. No acabará el 26 de abril sino el 9 de mayo, se supone que para celebrar el día de Europa. Y eso, sin pedir el permiso correspondiente a las cortes y con un estado de alarma ilegal, dado que conculca derechos constitucionales (como el de reunión, el de libre circulación o el de culto) que sólo un estado de excepción puede anular.
Eso sí, como es muy sensible, iniciará el “desconfinamiento” con los niños. Ya saben, “lo que más queremos, nuestros niños y niñas, nuestros nietos y nietas… lo que más queremos”. Psicopatía pura.
Oiga pero, ¿en qué consiste esa ‘liberación’ de los menores? Por tres veces se lo plantearon los periodistas y ninguna respondió. Es más llegó a asegurar que lo decidirán a partir del día 27. Pero, ¿no quedamos en que el 27 era cuando se iba a poner en práctica la ‘liberación’?
Palabra clave: Reconstrucción. No nos dice por dónde pero sí que tendrá como protagonistas a la Sanidad, a la reconstrucción de las empresa, a la creación de empleo y la protección social.
No, si te parece, la reconstrucción podría consistir en hundir empleo, empresa y sanidad. Solemnizar lo obvio ante un problema es característica no de ególatras ni de psicópatas, sino de incapaces, de castrati.
Y la amenaza: y si no avanzamos con mi fracasado confinamiento... habrá más reclusión
A ver si nos entendemos: el coronavirus no ha provocado la destrucción de la economía española. Esa destrucción la ha provocado Pedro Sánchez con su salvaje y mantenido arresto domiciliario.
Psicopatías feministas: nos solidarizamos con todos los países, con ellos y ellas, con los países y ‘las paísas’.
No hay porvenir sin unión: lo dice el hombre que llegó al poder rompiendo España en dos, con una moción de censura, apoyado por comunistas, separatistas y hasta proetarras.
Lo digo con pena, porque lo de ególatra y lo veíamos, lo de incapaz ya lo sabíamos, pero los rasgos psicopáticos empiezan a resultar tan patentes como preocupantes. Deben ser los venenosos aires que se respiran en Moncloa, demasiado cerca de uno de los puntos más malolientes de la M-30 madrileña.
Los psicópatas con poder siempre acaban en liberticidas.