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Unicaja y Liberbank anunciaban el martes 14 la ruptura del largo proceso de fusión emprendido ente ambas entidades. Larguísimo, pero que todavía no había respondido a la pregunta: ¿Quién manda?
Manuel Menéndez presidente de Liberbank quería ser presidente con una despedida de Manuel Azuaga, presidente de Unicaja, a plazo fijo.
La postura de la entidad andaluza era muy distinta: como avanzaba Hispanidad, todo dependería de quien valiera más. Pues bien, resultó que en el estudio pertinente, Unicaja valía el 57% por un 43% Liberbank. No sólo eso. sus estudios iban más allá y alcanzaban el 60/40. Es decir, que mandar el hmano mayor.
Eso sí, el peligro ahora es que tanto la entidad andaluza como la asturiana puedan ser absorbidas
Esto ya se intuía desde el principio pero Manuel Menéndez abogaba por una copresidencia con retirada prefijada por parte de Azuaga, mayor que él. Este pequeño detalle, que se dejó para el final, ha terminado por provocar la ruptura. Es más, durante las últimas semanas, desde el banco asturiano se repetía que el modelo Banco Central Europeo (BCE) hablaba de un presidente chairman y un CEO con plenos poderes. Pero Unicaja no estaba de acuerdo, quería que se cumpliera lo acordado: que el poder fuera correlativo al peso de cada entidad en la resultante.
¿Qué no ha habido acuerdo sobre el reparto accionarial? ¡Anda ya! Sobre lo que no ha habido acuerdo es sobre el reparto del poder.
Al final, ruptura. Y con ello, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, se queda sin el modelo a imitar. Al BdE no le gustan los bancos medianos.
De paso, ambas entidades se ponen en peligro de ser absorbidas por algunos de los cinco grandes bancos. O eso, o intentar otra fusión con otros versos sueltos, antiguas cajas de ahorros, como Ibercaja o Kutxabank. Esto es especialmente cierto en el caso de Liberbank, menos sólido que Unicaja.
Recuerden: las grandes empresas son las únicos embarcaciones que hacen agua por su parte superior.