Una vez más, la conclusión es clara: sin energía nuclear no habrá transición ecológica. Deberían tomar buena nota, entre otros, la ministra del ramo en España (ahora en funciones), Teresa Ribera, pues acordó el cierre de los siete reactores operativos entre 2027 y 2035 con las empresas propietarias.

Ahora, en un informe, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) defiende el papel clave de la nuclear en la transición hacia un sistema sin emisiones de carbono como complemento de las renovables, apostando por la misma línea que la ONU. La citada Agencia, creada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 1974, considera que para cumplir los objetivos del Acuerdo de París y contener el cambio climático las renovables y la nuclear deben progresar al triple de ritmo al que lo han venido haciendo: tendrían que producir el 85% de la electricidad en 2040, frente al 36% actual.

La falta de extensiones de vida útil de las nucleares y de nuevos proyectos podrían generar 4.000 millones de toneladas adicionales de emisiones de CO2  

Una meta muy ambiciosa que exige no sólo masivas inversiones, también un aumento de la capacidad de las plantas nucleares en un 80% en todo el mundo. Pero como la nuclear está en declive en el mundo desarrollado (por ejemplo, en España y Europa), la AIE está preocupada porque supone una amenaza para los objetivos climáticos y también -y mucho más importante- la seguridad en el suministro energético. Además, advierte de un encarecimiento de los precios de la electricidad para los consumidores por las elevadas inversiones que se necesitarían, por ejemplo, para poner en marcha nuevas plantas fotovoltaicas y eólicas, así como ampliar las redes de transporte de energía para conectar las nuevas instalaciones renovables.

La AIE afirma que para sustituir a la nuclear no basta con renovables, sino que tendrá un papel clave el gas (como se defendió en la sexta edición del informe ‘Energía y Geoestrategia 2019’) y, en menor medida, el carbón. Eso sí, recuerda que la falta de nuevas extensiones de vida útil de las plantas nucleares existentes y los nuevos proyectos podrían generar 4.000 millones de toneladas adicionales de emisiones de CO2 hasta el año 2040.