La Organización Mundial de la Salud (OMS), presidida por el honorable Tedros Adhanom, con perdón, ha decidido que el coronavirus ha terminado
Decíamos ayer que las autoridades sanitarias habían conseguido crear una neurosis colectiva con cargo al coronavirus. Ya no necesitan el estado policial, somos los propios medios informativos y el vecino de al lado, quienes expandimos la histeria, hablando sin cesar de rebrotes y magnificando el peligro aunque dichos rebrotes resultan objetivamente menos letales que los de marzo o abril, incluso mayo y junio.
Al parecer, el ideal de la ONU consiste el terminar con la familia y con las relaciones de amistad
Pero es que la paranoia es universal. En la tarde el jueves 23, para despedir la semana inglesa, el inefable director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, el eritreo siniestro con un pasado homicida, redimido por su condición de marxista pro-chino, soltaba la siguiente perla: “Decidir dónde y con quién ir es hoy una decisión de vida o muerte”.
Lo que Tedros se niega a reconocer, y es lo único que le compete, es que la OMS y la ciencia médica han fracasado, pero el orgullo de los científicos les impide reconocerlo
Es decir, Adhanom Ghebreyesus aprovechaba su cargo para aterrorizar y separar al hombre de sus próximos, de sus familiares y sus amigos, los dos pilares de la humanidad. Pretende Adhanom una sociedad aterrorizada por el virus que abdica de la lealtad al prójimo por temor a la muerte que, por cierto, llegará antes o después, hagamos lo que hagamos, de una u otra forma. Pues ya saben la respuesta de aquella española anónima: para vivir así, don Tedros, prefiero el virus.
La OMS, con el inefable Tedros y su equipo de aterrorizadores profesionales a la cabeza, se ha convertido en el principal ariete contra la libertad. Al parecer, el ideal de la ONU consiste en terminar con la familia y con las relaciones de amistad, porque ahí radica la libertad del hombre, según la magistral definición de familia apuntada por Chesterton: “Es una célula de resistencia a la opresión”. Lo que no consiguió el comunismo liberticida ni el capitalismo consumista, terminar con las relaciones humanas básicas puede conseguirlo, no el coronavirus sino el coronavirismo, la nueva tiranía global.
Esto es peor que el comunismo: esto es el coronavirismo y para imponer la nueva tiranía, no hacen falta tanques. Ojo: hablamos de tiranía global
Tedros se ha convertido en el villano impecable: con Covid o sin él, de cada elección cotidiana puede depender la vida. Mira tú: como ocurre, de forma tan cotidiana como aleatoria, con Covid o sin él, en cualquier momento. Cada elección, aparentemente mínima, puede llevarte a la muerte o mantenerte con vida. Pero no por ello dejas de ocuparte de los tuyos, especialmente de tus familiares y amigos.
Solución: no haga caso a Tedros y viva su vida con entusiasmo. Si el coronavirus le alcanza, mala suerte, pero también puede pillarle un coche en la calle o darle un ataque al corazón: ¡Libérese!
Lo que Tedros se niega a reconocer, y es lo único que le compete, es que la ciencia médica ha fracasado, pero el orgullo de los científicos les impide reconocerlo. No sólo porque la vacuna avance lentamente, sino porque tras una tragedia no se ha encontrado un tratamiento, ni la menor terapia, eficaz. Y eso que el Covid pertenece a una familia de virus ya conocida.
No, Tedros prefiere desviar la responsabilidad a todos los demás, al prójimo, y su única receta consiste en aislar a cada ser humano en una burbuja. Todos seremos responsables, además de policías de nosotros mismos y del vecino, Todos menos Tedros y la OMS que ya nos habían advertido.
Además, la muerte no es el final
Esto es peor que el comunismo: esto es el coronavirismo. Para imponer la nueva tiranía, no hacen falta tanques. Y hablamos de tiranía global.
Solución: no haga caso a Tedros y viva su vida con entusiasmo. Si el coronavirus le alcanza, mala suerte, pero también puede pillarle un coche en la calle o darle un ataque al corazón: ¡Libérese!