Los ‘negacionistas’ no niegan el virus, lo que niegan es la sinceridad de los nuevos curanderos de la ‘salud pública’ y su negativa a investigar el origen del Covid
Los ‘negacionistas’ no niegan el virus, lo que niegan es la sinceridad de los nuevos curanderos de la ‘salud pública’ y su negativa a investigar el origen del Covid… por ejemplo.
Con el Covid han surgido como hongos sociedades de salud pública a las que los televisiones no dejan de entronizar como los nuevos sabios -perdón, científicos- que nos salvarán del virus. Sí, esto sí que es un bulo, y el miedo es libre… y la histeria irracional.
De repente, aparece Perico de los Palotes, hasta hoy conocido en su casa a la hora de comer, bajo un rótulo que le ennoblece: residente de la sociedad albaceteña de salud pública. Naturalmente el mensaje de tan científicas organizaciones es siempre el mismo: ¡todos vosotros vais a morir, viles portadores de gérmenes! Y un segundo más taxativo: “Sois culpables”. ¿Por qué? ¡Por existir!
De entrada, nos indican que los contagios aumentan, pero si disminuyen nos explican que los ingresos en la UCI sí que aumentan, o los muertos o que, en cualquier caso, se han reducido pero, por culpa de la Navidad (al fondo, siempre la caverna clericaloide, fastidiando a los ilustrados) se van a disparar en breve y los sanitarios -de la sanidad pública, ‘of course’- tiemblan ante la décimo cuarta oleada que llega.
Son los mismos progres que amenazan con el ‘todos vosotros vais a morir’
Y la culpa la tienes tú y sólo tú. Por irresponsable y por insolidario. Por de pronto, estás respirando, miserable bípedo. Con ello, no haces otra cosa que trasmitir el virus. ¿Has dado negativo? Eso es porque no te has hecho el test adecuado. ¿Te has hecho el test adecuado? Bien, pero hace mucho tiempo. Y estas comiendo sin bozal: irresponsable. ¿Has salido de casa? Asesino.
En cualquier caso, continuamos en riesgo extremo, que lo de la vacuna está muy bien, pero sólo es “la luz al final del túnel”. A pesar de los nobles esfuerzos del Gobierno Picapiedra -el de Pedro y Pablo, al que todos debemos estar agradecidos- esto no es, ni de lejos, el final. Debemos seguir con el bozal puesto, proscribir las fiestas de Navidad, suprimir todo gesto de afecto, o tan siquiera de buena educación. La afabilidad ha muerto y con ella ha muerto el respeto al prójimo, que son una misma cosa.
Los de la SP -sanidad pública- nos advierten que, en conclusión, somos unos pérfidos irresponsables e insolidarios que echamos por tierra todo el buen hacer del Gobierno de la nación. Dicho sea.
Y a todo esto, ¿qué puñetas es la salud pública? Toda la salud es privada, la de cada cual, que sumadas forjan la salud de todos, la pública.
Pero según nuestros nuevos sabios, que de virus no saben nada y de estadística tampoco, porque la manipulan a su antojo, según estos curanderos agoreros, la salud pública es digna de loa y presupuesto, mientras que la salud privada, la única existente, tan sólo es una excrecencia capitalista que debe ser eliminada.
Entre nosotros, el progresista es un miedica de tomo y lomo
Antes, la cosa está muy clara: la salud pública era la salud púbica, por aquello de las enfermedades de trasmisión venérea. Pero si ahora mismo hablas de esto, y sobre todo de quién la provoca, incurres en delito de odio, así que me guardaré muy mucho de hacerlo.
Lo cierto es que existe la salud, y lo de pública o privada tan sólo es un adjetivo que sólo indica quién lo paga: la salud pública la pagamos entre todos. Una parte de ese todos, además, paga un extra por la salud privada. O sea, que los repugnantes burgueses pagan dos veces por la salud, la propia y la ajena. El más solidario es ese que tiene un seguro privado y, al tiempo, le obligan a sostener la sanidad pública.
Y a mí, personalmente, me importa un pimiento que me cure un médico de la sanidad (que no de la salud) privada o de la sanidad privada: lo que quiero es que me cure.
Además, los partidarios de la sanidad pública son estos agoreros sabihondos. No me extraña que surjan “negacionistas”.
Por cierto, los ‘negacionistas’ no niegan el virus, lo que niegan es la bondad de los nuevos curanderos de la ‘salud pública’ y su negativa a investigar el origen del Covid… que es distinto. Con todo el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al frente de esta campaña de terrorismo informativo y paralizante.
Antes, por salud pública se entendía la salud púbica, por aquello de las enfermedades venéreas, de suyo bastante públicas. Pero si ahora mismo hablas de cómo se trasmiten dichas patologías, incurres en delito de odio: ‘fate vobis’
¿Qué hay que cuidarse de un virus ultracontagioso? Naturalmente que sí, pero lo que no hay que hacer es vivir como borregos, obedecer sin rechistar ante las nuevas ocurrencias de la ‘sanidad pública’.
Y los negacionistas también son los partidarios de la frase ya apuntada en Hispanidad desde tiempo atrás: “Para vivir, así prefiero el virus”. Y aquella otra: Si de algo hay que morir, ¿por qué estoy haciendo el oso?
Además, puede que el covid no sea un invento chino para controlar el mundo y fastidiar a Occidente. Por ahora, nadie ha conseguido demostrarlo… como tampoco nadie ha podido demostrar la ‘sinsorgada’ de que la cosa empezó con un murciélago tarado. Tan indemostrable es lo uno como lo otro pero mucho más creíble y verosímil es lo de la guerra biológica -con intención o por negligencia- de una tiranía china, la de Xi Jinping, que aspira a convertirse en la mayor potencia del mundo, que lo del murciélago beodo, tesis favorita del ilustre sabio de la sanidad publica, don Fernando Simón.
Pero lo que está claro es que, aunque no hay sido un invento humano sino una maldita evolución natural, lo cierto es que el Nuevo Orden Mundial (NOM) lo está utilizando a tope. Recuerden: las tiranías del siglo XXI se harán en nombre de nuestra salud y de nuestra seguridad.
Para entendernos, la defensa de la sanidad pública es otra estupidez de la neurosis colectiva provocada por el miedo a la muerte por coronavirus. Son los mismos progres que amenazan con el ‘todos vosotros vais a morir’. Porque el progre, así, entre nosotros, es muy miedica.