La justicia, si es lenta no es justicia. Por eso, que la abogada general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, Juliane Kokott, haya anunciado este jueves su respaldo a una sanción impuesta hacer siete años a Google, dice mucho de cómo es la justicia en Europa, que no es que sea mala, es que es peor.

Resumiendo mucho, Bruselas sancionó en su día al buscador por prácticas monopolísticas, concretamente por favorecer de manera ilegal a su servicio de comparación de precios -Google Shopping-, frente a sus rivales, en los resultados del buscador. Como era de esperar, la compañía recurrió la decisión -año 2017-, hasta nuestros días.

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Siete años después, la abogada general de la UE, cuyo dictamen no es vinculante pero suele coincidir con el fallo final del Tribunal, se pronuncia sobre el asunto. Oiga, siete años es mucho tiempo y más aún en asuntos tecnológicos, que avanzan a una velocidad de vértigo.

Por eso, lo que hay que preguntarse es si Europa quiere acabar con las prácticas abusivas de Google o en realidad se contenta con cubrir el expediente para que no le acusen de no ponerle límites al buscador. Y no es únicamente la lentitud de la justicia, sino limitar los castigos a sanciones dinerarias irrisorias. ¿Qué son 2.400 millones para una empresa que sólo en seis meses gana 33.400 millones?

Poner fin al monopolio de Google se podría lograr troceando la compañía, como sucedió en su día con la petrolera Standard Oil o con la teleco AT&T, ambas en EEUU.