Airbnb protagonizó el mayor estreno bursátil del 2020 en EEUU, aunque hasta este 2022 no ha obtenido sus primeras ganancias. La plataforma digital que oferta alojamientos turísticos da la misma imagen que empresas como Google o Facebook: parecen gratuitas, entidades sin ánimo de lucro, pero el dinero lo sacan por otras vías, por ejemplo, cobrando abusivas comisiones a arrendadores y arrendatarios. 

Así, ha cerrado 2022 con un beneficio de 1.893 millones de dólares (1.763 millones de euros). Además crecen sus ingresos un 40,2%, hasta los 8.399 millones de dólares (7.820 millones de euros). 

Ese cambio de pérdidas a beneficios, en parte, se debe a un menor impacto del gasto por intereses, que pasa de 438 millones de dólares (463,7 millones de euros) negativos a 24 millones de dólares (22,3 millones de euros) negativos. Además, en la categoría 'Otros ingresos', la plataforma pasa de perder 304 millones de dólares (283 millones de euros) a ganar 25 millones de dólares (23,3 millones de euros).

El flujo de caja libre fue de 3.405 millones de dólares (3.170 millones de euros), un 49% más que en 2021, y el Ebitda ajustado fue de 2.900 millones de dólares (2.700 millones de euros). Estos resultados han gustado al mercado y han hecho que la empresa se dispare un 13% en la bolsa estadounidense. 

Pero ojo, recordemos que la Comisión Europea está en plena tramitación legislativa para adaptar el régimen del IVA a la transición digital, lo que hará que plataformas como Uber o Airbnb tengan que recaudar el IVA cuando los proveedores del servicio no lo hagan, es decir, serán responsables de recaudar y remitir el IVA a las autoridades tributarias de cada país. Hasta ahora este tipo de plataformas se escudaba en que ellos, al ser meros intermediarios, no eran los responsables de hacerlo, sino que es el usuario el que tendría que declararlo. Veremos cómo van sus cuentas cuando tenga que recaudar y pagar el IVA. 

Airbnb ha mostrado su alegría y se mantienen optimistas con respecto a 2023, donde prevén una "demanda fuerte en el primer trimestre", detallando que sus prioridades son: mejorar sus servicios, crecer más allá de su negocio 'core' y hacer que ser anfitrión sea popular. 

Este último objetivo no es baladí, 'anfitrión' es la denominación que se usa en la plataforma para denominar al propietario, y Airbnb no ha escapado a los líos en comunidades de vecinos por ruidos, fiestas, etc. Son muchas las comunidades de vecinos que ya han prohibido en sus edificios que se destinen pisos a este tipo de alquileres. Un negocio al alza ante el que muchos países han empezado a regular precios del alquiler y también los pisos turísticos. En España a raiz de la guerra en Ucrania se toparon los precios del alquiler, medida que parece no funcionar. Igual habría que regular el tiempo de estancia en lugar del precio.