“El que se va no puede volver”, aseguran los enemigos del ya expresidente de Caixabank, José Ignacio Goirigolzarri. La verdad es que Goiri no se fue, le echó de malas maneras Francisco González (FG). Luego recaló en Bankia y más tarde en Caixabank. Conoce como nadie el BBVA y en un año podría presidirlo. Incluso antes, si Caixabank no pone pegas.

“La presidencia del BBVA le viene grande”, gritan los enemigos del presidente de Kutxabank, Antón Arriola. Pero Arriola ha realizado una buena labor en Kutxabank y es un experto en banca de inversión. En cualquier caso, estaríamos hablando de una fusión BBVA- Kutxabank. Y ahí sí: la diferencia de tamaño es bestial. 

A todo esto, el PNV ve con buenos ojos tanto a uno como a otro y si el Gobierno central se lo permitiera lo haría ahora mismo, no le gustaría elegir, aunque le vale cualquiera de los dos. Además, el PNV vive pendiente de la renovación primaveral de todos sus órganos y en plena guerra civil entre Íñigo Urkullu y Andoni Ortuzar. El primero aún no le ha perdonado al segundo que le echara del Gobierno vasco para poner en su lugar al bebé Imanol Pradales.

Torres sólo se preocupa de acercarse a Moncloa para que deje de oponerse al control del Sabadell. Sánchez responde que espere, a ver qué pasa con Puigdemont

En cualquier caso, todo lo anterior no tendrá virtualidad alguna si Carlos Torres continúa en la Presidencia del BBVA. Y sólo se irá, se tendrá que ir, si pierde la OPA lanzada contra el Sabadell. A día de hoy, sólo vive para eso: para ganar la OPA. Y no está fácil.

Atraviesa el segundo grupo bancario español una situación un tanto curiosa, con un presidente ausente que apenas despacha con el equipo directivo. La gestión del BBVA corresponde hoy, casi en solitario, al CEO turco, Onur Genç, con quien, por cierto, en contra de lo que muchos sospechaban, sospechábamos, se han entendido perfectamente la mayoría de los directivos. 

Ahora bien, Torres mira de reojo a Onur y la relación entre ambos es aún más fría que un año atrás. La razón es que Genç considera que se está abandonando la gestión diaria del banco con el asunto de la OPA. Y así es, por lo menos en lo que respecta a Carlos Torres. 

Mientras, la distancia entre presidente y CEO se agranda en el BBVA: Torres no acepta la actitud ‘profesional’ de Genç

Ahora mismo, el presidente sólo se preocupa de acercarse a Moncloa para que deje de oponerse a la OPA sobre el Sabadell. Sánchez responde que espere, a ver qué pasa con Puigdemont. Ahora mismo, todo depende de lo que decida el político más centrífugo e imprevisible de toda España: un tal Carles Puigdemont, cuyo romance con la majadería está ya a la espera de petición de mano. En España nadie toma decisiones porque nadie sabe lo que va a pasar mañana.

¿Puede funcionar así el segundo banco de España, con un presidente ausente? Sí, puede, otra cosa es que deba.