Las penúltimas declaraciones del presidente del BBVA, Carlos Torres, sobre la OPA lanzada contra el Sabadell han sentado en el gobierno como algo muy próximo a una patada en los riñones. Recuerden: Torres, cansado de las críticas del gobierno a su OPA aseguró que si no sale adelante ya intentarían convencer al gobierno de su bonanza una vez haya conseguido la mayoría del Sabadell. 

Pero hombre don Carlos, el proceso es justo al revés: primero se consigue el apoyo del gobierno, luego se pasa por los reguladores, se realiza la oferta y, si se obtiene un porcentaje suficiente de los votos se va a una absolución del banco Sabadell o bien a un esquema Santander-Banesto con vistas a la integración total en un futuro. Pero no al revés: no se le dice al Ejecutivo que su opinión importa un pimiento y que seguirá adelante independientemente de su veto o con su plácet.

Y es que a don Carlos se le ha acabado la paciencia. Sabe que puede tener a su favor la opinión de los fondos, que controlan algo más de la mitad del accionariado del Sabadell.

No está dispuesto a que la operación se eternice gracias a la ninguna-prisa del ministro Carlos Cuerpo. Y ojo, porque si la rotura va a ser total, don Carlos amenaza con vender su 5% de participación en Telefónica, cosa que le vendría estupendo para aportar una prima metálica para la oferta de compra del Sabadell.

Estamos hablando, en números gruesos, de unos 1.250 millones de euros. La verdad es que a don Carlos, Telefónica nunca le ha gustado como inversión. 

Por otra parte, don Carlos le ha perdido el miedo a los dos pesos pesados del consejo del BBVA: José Manuel Andrés Torrecillas hijo y Fernando Caruana. Demasiado mayores para plantar una batalla abierta o para exigir la dimisión ante una OPA que, por el momento, se ha revelado fallida. 

Ni que decir tiene que la venta del 5 % de Telefónica no agradaría al gobierno, que ha hecho el esfuerzo financiero de hacerse con un 10 % de la compañía para enfrentar al enemigo árabe y, sobre todo, para mangonear en la operadora. 

Y es que Moncloa ha humillado a Carlos Torres hasta un punto en que éste se ha visto obligado a preguntarse asimismo: ¿es mejor perder o ganar la OPA?

Y al tiempo que rompe con Moncloa, mantiene su alianza con Andoni Ortúzar del PNV. El número uno de los nacionalistas le considera su amigo, el hombre que nunca se marchará de Bilbao y que incluso puede buscar euskaldunizar, con perdón, el banco con sede en Euskadi.