El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, ha rebajado su rechazo a la OPA BBVA-Sabadell, de tal manera que si alguien le ha escuchado este lunes por primera vez hablar del tema, pensaría que en realidad, el Gobierno está a favor de la operación, salvo por algunos pequeños matices.

Cuerpo coincidió -lunes 17- con Carlos Torres, presidente del BBVA, en la inauguración del curso organizado por la UIMP y la Asociación de periodistas de información económica (APIE), en Santander. La complicidad entre ambos fue total. Incluso Torres elogió la política económica de Moncloa -“quiero darle la enhorabuena al Gobierno”, afirmó- así como los “positivos” datos de empleo. Ni una sola pega al Gobierno Sánchez, ni siquiera mencionó el crecimiento vertiginoso de la deuda pública, que tendrán que pagar -ya lo están haciendo- todos los contribuyentes.

Relacionado

El giro actual de Moncloa acerca de la OPA  hay que verlo en el contexto del posible gobierno tripartito en Cataluña, entre el PSC, ERC y la CUP. Efectivamente, el error de Moncloa fue elogiar la operación -recuerden a Alegría y a Bolaños-, antes de tiempo, y el error de Cuerpo fue, apenas 48 horas después, mostrar un rechazo absoluto a la misma, incluso con la amenaza de rechazarla en el último momento. Entonces estábamos en la recta final de la campaña electoral en Cataluña y los nacionalistas obligaron al Gobierno a rechazar la operación, que supondría la integración del Sabadell en el BBVA.

De hecho, se rumorea que el ministro llamó a Torres antes de su comparecencia, para disculparse por el rechazo del Gobierno. Ahora, con un tripartito a la vista, ese rechazo se ha suavizado hasta extremos insospechados. Y el carácter hostil de la OPA, que tampoco gustó a Cuerpo en su momento, ahora no le preocupa.

Sobre la operación, Torres se comprometió a mantener, al menos durante los 12 primeros meses, las líneas de financiación del Sabadell a las empresas, el segmento principal de negocio que busca potenciar el BBVA con la OPA.

Conclusión: el visto bueno del Gobierno está más cerca que nunca, aunque depende del gobierno en Cataluña. Otra cosa es el visto bueno, previo, de los accionistas del Sabadell.