Hablábamos ayer de la versión de César González-Bueno, que desmentía la de Carlos Torres al afirmar que no hubo negociaciones previas a la oferta presentada por el BBVA, una versión que a las pocas horas fue desmentida, a su vez, por el banco que preside Carlos Torres. Luego lo vemos.

El que ha hablado este viernes ha sido el ministro Carlos Cuerpo y lo ha hecho para adherirse a la versión del Sabadell, esto es, que no hubo negociaciones previas a la presentación de la oferta. Negociaciones o no, lo cierto es que la forma en la que Torres planteó la oferta no fue la más adecuada. Lo hizo a lo McKinsey, presentando directamente la oferta -inamovible- algo que contrasta con la planteada en 2020, cuando lo que se anunció fue la apertura de negociaciones.

Tampoco fue acertado plantearlo en vísperas de las elecciones catalanas. ¿Por qué no esperar al lunes siguiente? Y otro error fue llamar a Moncloa el día anterior por la noche, con Pedro Sánchez ausente, con lo que el presidente se encontró por la mañana con el lanzamiento de la OPA consumado, sin margen para frenarla. Sánchez sí conocía la operación, pero no el momento de su lanzamiento.

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Y de Carlos Torres a Carlos Cuerpo, porque el ministro de la cosa económica tampoco estuvo muy acertado que digamos. Nos referimos a la contundencia utilizada y los argumentos contra la OPA, que este viernes repitió en una entrevista en Onda Cero. A saber: reducción de la competencia, falta de cohesión social y peligro para la inclusión financiera. Además, mencionó la estabilidad financiera, es decir, el hecho de que la subida de tipos de interés por parte del BCE no haya supuesto una subida de la remuneración de los ahorros.

El problema fundamental de estos argumentos es que se aplican a situaciones que no van a variar en los próximos meses y probablemente años. Es decir, si el Gobierno finalmente tiene que ceder, ¿dirá que la fusión no afecta a la competencia, ni a la cohesión social ni a la inclusión financiera? Es cierto que el Gobierno Sánchez cambia de opinión con una facilidad pasmosa, pero también lo es que hacerlo tan a menudo y de una forma tan descarada, tampoco le beneficia. En cualquier caso, ¿en qué ley se ampara Cuerpo para asegurar que el Gobierno tiene la última palabra? Otra cosa bien distinta es que no se deba plantear una operación de este calibre sin contar con el visto bueno de Moncloa.

Por cierto, Cuerpo se adhirió a la versión de César González-Bueno y afirmó que no hubo negociaciones previas, una versión que fuentes del BBVA desmintieron el jueves por la tarde: sí hubo un encuentro previo, a mediados de abril, entre Carlos Torres y Josep Oliu.