Convertir una OPA hostil en amistosa no es tarea fácil, pero no es imposible si el Gobierno está empeñado, lo que no implica que necesariamente tenga que salir adelante. El Gobierno Sánchez, aunque parezca lo contrario, no siempre consigue lo que quiere.

Así las cosas, el borrador de propuesta incluye, como primera medida, una mejora de la oferta de entre el 10 y el 12%. Parece excesiva, pero no lo es si consideramos que actualmente la prima ofrecida por el BBVA es negativa, concretamente del -7%. Nadie en su sano juicio, acudiría a un canje sabiendo que pierde un 7%. Por supuesto, una parte importante de la mejora, si no toda, tendría que ser en metálico.

El resto de condiciones están ligadas entre sí. A saber: Josep Oliu tendría que ser vicepresidente de la entidad fusionada. Habría que modificar los estatutos del BBVA para ampliar la edad máxima de los consejeros, actualmente en los 75 años. Oliu cumplirá 76 a finales de abril.

Estamos hablando, y esto es lo más significativo, de una vicepresidencia con mando en plaza, es decir, que tuviera el control sobre la parte del banco en Cataluña y la zona de Levante, donde el Sabadell está especialmente arraigado en el negocio de pymes. Por supuesto, se mantendría la marca por un periodo no acordado, pero suficientemente amplio como para no perjudicar la labor del banco en esas zonas.

En todo este acuerdo, el gran sacrificado sería el consejero delegado del Sabadell, César González-Bueno, sin sitio en el nuevo organigrama.

El que sí resulta imprescindible es Carles Puigdemont y por eso Carlos Torres ya ha contactado con él. Un contacto del que el líder de Junts salió contento, como adelantó Hispanidad.

En el fondo de todo esto está el pánico de Moncloa a tener que tomar una decisión sobe la fusión, no porque considere que no se debe engañar al personal -huelga extenderse en esta idea- sino porque cualquier decisión sería negativa para sus intereses. Rechazar la fusión le pondría en contra del BCE y de los fondos, que lo verían como una grave injerencia en el mercado. Si la acepta, Illa quedaría como un traidor, que ha propiciado la vuelta del banco a Sabadell pero para que, pocos meses después, se marche definitivamente a Bilbao. Y lo más importante: Sánchez no se puede permitir el lujo de perder ni un solo voto catalán.