El BCE volvió a bajar los tipos este jueves, y lo hizo en 25 puntos básicos, de tal manera que el tipo de interés aplicable a la facilidad de depósito se fijará en el 3,25%, el de operaciones principales de financiación, en el 3,40% y la facilidad marginal de crédito en el 3,65%.

Christine Lagarde admitió que, a pesar de la caída del IPC de septiembre hasta el 1,7%, incluso por debajo del objetivo del 2%, la inflación no está controlada y volverá a repuntar en los próximos meses. Aun así, confía en alcanzar el objetivo antes citado a mediados de 2025.

Ya veremos lo que sucede, porque la inflación de la Eurozona depende, en gran medida, de los precios de la energía, y eso es peligroso por su elevada volatilidad. Así, el IPC de septiembre bajó al 1,7% gracias al desplome del 6,1% de la energía.

Ahora bien, según todas las previsiones, el precio del gas se disparará en invierno y cuando eso suceda, qué hará Lagarde, ¿subir los tipos otra vez? Porque si algo no debe hacer un banco central es subir y bajar los tipos constantemente. La política monetaria necesita tiempo y estabilidad.

Sea como fuere, las expectativas económicas no son muy positivas. “Los últimos datos apuntan a un crecimiento más lento. Las empresas están expandiendo sus inversiones de forma lenta, mientras la inversión en vivienda sigue cayendo. Las exportaciones se han debilitado, sobre todo en bienes de consumo”, afirmó Lagarde durante la rueda de prensa. Vamos, que la economía va mal.

En cuanto al programa de compras de activos (APP) y el de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP), el BCE mantiene -menos mal- el objetivo señalado trimestres atrás, esto es, reducir el APP “a un ritmo mesurado y predecible” y el PEPP, en 7.500 millones de euros mensuales de media para zanjar el programa a finales de este año.

En cualquier caso, si la inflación aún no está controlada, señora Lagarde, ¿por qué baja los tipos? Si al BCE lo único que le importa es la inflación.