Decíamos ayer que el bitcoin, la estafa global, no deja de avanzar en los cinco continentes, a pesar de la sangría que está provocando en tantos ambiciosos despistados.

También hemos recordado las dos pegas de las criptomonedas:

1.Los procesos deben medirse teleológicamente, es decir, por su finalidad. La finalidad del dinero es evitar el caos -y la injusticia- del trueque. Las monedas reales constituyen un instrumento de intercambio, pero no de intercambio consigo mismas, sino para el intercambio de productos y servicios. 

Sin embargo, las monedas virtuales apenas sirven para intercambiar nada, son dinero que fija el precio con referencia a sí mismo, que funciona según una fórmula matemática, dado que no se crean bitcoin según la vieja ley de la oferta y la demanda de Jean-Baptiste Say sino según la precitada fórmula objetiva... tan objetiva como ciega.  

El bitcoin no sirve al bien común, dado que apenas se utiliza como instrumento de canje, ni apenas posee poder liquidatorio de deudas

2. Ahora bien, entonces, se podría objetar que si las autoridades otorgaran a las criptomonedas capacidad para liquidar deudas, es decir, para utilizarse como un instrumento de canje, se solucionaría el problema. Cierto pero eso no puede ser porque el bitcoin anula, precisamente, la esencia de una moneda normal, pongamos el euro y el dólar: que sobre estos existe alguien, los bancos centrales, es decir, los representantes de la soberanía nacional o plurinacional, que responden cuando pierden su valor. Porque si alguien no impide que la moneda pierda su valor todas mis propiedades, ganadas con mucho esfuerzo, se irían al garete de la noche a la mañana... que es lo que está ocurriendo con la cotización del bitcoin y compañía.

Sólo vean el resumen de la actualidad semanal en criptomonedas que publicó, el lunes 9 de enero, Telo Noticias, un espléndido canal informativo sobre el mundo bitcoin. 

Dos problemas del bitcoin: no es dinero, porque no sirve para intercambiar bienes y nadie se responsabiliza de su valor, como ocurre con las monedas reales

El bitcoin ha terminado donde tenía que terminar: en una estafa piramidal global, la mayor en lo que llevamos de siglo, de proporciones históricas, que diría Pedro Sánchez: hay pérdidas, corralitos, intermediarios que estafan a sus clientes, depreciación y devaluación progresiva de las criptomonedas, virus informáticos... tenemos de todo.

A la postre, el bitcoin no es más que otro engañabobos que ofrece ganancias fáciles aunque ni sirve al bien común, dado que apenas se utiliza como instrumento de canje, ni apenas posee poder liquidatorio de deudas y del que nadie se responsabiliza. Lo dicho, un engañabobos para ambiciosos.