La bombona de butano, como saben, es considera como la energía de los pobres porque es la más barata, dado que el cliente sólo paga por lo que consume. Pero ojo, ahora se encarece un 4,27%... y ya alcanza los 16,61 euros.

Desde el inicio del tercer Gobierno Sánchez (es decir, desde el 16 de noviembre del año pasado), la bombona de butano acumula tres subidas, dos descensos y de nuevo, dos subidas consecutivas. Recuerden que el pasado julio, se fue de vacaciones y bajó otro 5%, hasta situarse en los 15,34 euros. El 17 de septiembre, con la vuelta al cole, se acabaron las rebajas e incrementó su precio un 3,85%, a 15,93 euros. Y a partir del martes 19, se volverá a encarecer, pero esta vez un 4,27%, a 16,61 euros.

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En esta ocasión, la nueva subida se produce por el alza de la cotización de las materias primas -propano y butano- (+9,05%) y por la ligera apreciación del euro frente al dólar (+0,70%). Eso sí, al menos, han descendido los precios de los fletes -o sea, el transporte- un 1,73%.

La segunda subida de la bombona de butano desde la vuelta al cole no supone una alegría para los ocho consumidores de hogares que la consumen y disfrutan de sus ventajas: versatilidad -múltiples usos-, alto poder calorífico y se puede mover. Recuerden que estos clientes sólo pagan por lo que consumen, es decir, no por los costes de transporte, almacenamiento y venta al por mayor de productos crudos o refinados del petróleo. Y una curiosidad: su precio era una de las cosas que más preocupaba a Ana Botella cuando gobernaba su marido, el pepero José María Aznar, y que favorecía a los pobres pero también a Juan Abelló para viajar más barato con su Mercedes-Benz.

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha iniciado una revisión de la fórmula que calcula los costes de comercialización de la bombona de butano y que será diseñada por la CNMC

Tampoco hay que olvidar que España supone una excepción dentro del negocio europeo de butano, porque aún tiene precio regulado (y se revisa cada dos meses), mientras en otros países se ha liberalizado. Esto parece poco probable que pase aquí, dado que el consumo de envases de gas licuado del petróleo -GLP- se mueve a la baja: ha caído más de un 25% entre los años 2010 y 2021, hasta 64,5 millones de envases anuales, algo que afecta a Repsol y Cepsa, sus dos principales vendedores. En paralelo, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha iniciado una revisión de la fórmula que calcula los costes de comercialización de la bombona de butano y que será diseñada por la CNMC... con el fin de que refleje de forma fidedigna los costes del sector. Habrá que esperar para ver si es así o no.

Y en paralelo, cabe referir que la Federación Española de Distribuidores de Gases Licuados del Petróleo (FEDGLP) está realizando algunos días de suspensión del reparto domiciliario de bombonas de butano. Es su forma de reclamar unas condiciones justas para los distribuidores, tras las continuas negativas del Departamento que lidera Teresa Ribera (que como saben, últimamente está más pendiente de su posible silla en la Comisión Europea que de lo que ocurre en España, como se ha visto por ejemplo en la trágica DANA) a convocar una reunión formal con las agencias distribuidoras. La FEDGLP considera que “la falta de diálogo con el órgano competente no sólo demora las soluciones, sino que agrava la presión sobre un sector que lucha por sobrevivir ante el incremento de los costes operativos y la congelación de su retribución desde hace años”.