Los grupos de Whatsapp de empleados de Caixabank están repletos de imágenes como esta
El ERE que afronta la plantilla de Caixabank no es un ERE cualquiera. Para empezar, se trata del mayor expediente de regulación de empleo de la historia de la banca española: 8.291 salidas que el jueves pasado se redujo a 7.791, además de suavizar las condiciones económicas... pero mejora que los sindicatos calificaron de “insultante”.
Pero no es solo eso. A diferencia de los ajustes realizados por la entidad en 2013 y 2019, en esta ocasión la plantilla está bajo una presión insoportable, que ha ido aumentando a lo largo de los meses y que ahora, tras la fusión con Bankia, ha llegado a su punto más álgido.
Hay que vender como sea, y no precisamente productos bancarios. Con los tipos de interés en el cero por ciento, los préstamos no son negocio si no van acompañados de una televisión, un smart watch o un móvil.
- "Es que el cliente no quiere un televisor".
- "Da lo mismo, se tiene que llevar uno y si no, no le concedas el préstamo".
Tanta es la presión -rankings internos incluidos aunque están supuestamente prohibidos- que, al final, los empleados venden productos que no quieren vender a clientes que no los necesitan, de tal manera que las tiendas online de segunda mano se están nutriendo de estos peculiares ‘productos’ bancarios.
La excesiva presión comercial que soporta la red, dirigida con mano firme por José Antonio Alcaraz, el único directivo que se atreve a llevarle la contraria a Gonzalo Gortázar, fue una de las quejas expuestas por los sindicatos en la última Junta de Accionistas. “La exigencia debe mantenerse muy alta”, aseguró el CEO en respuesta a los sindicatos. Y es que, según Gortázar, el modelo de Caixabank es de proximidad y las necesidades de los clientes evolucionan, de tal manera que el negocio bancario, con los tipos tan bajos, se está volviendo mucho más complejo.
Que se lo digan a los empleados.