María Luisa Domínguez e Isaías Táboas presiden Adif y Renfe, respectivamente
El caos de Renfe y Adif por el error en el gálibo (dimensiones máximas de anchura y altura) de los nuevos trenes encargados para Asturias y Cantabria sigue dando que hablar llega ahora a la Unión Europea. Y es que parte del contrato estaba financiada con 150 millones de euros de fondos europeos a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI), además, ya había algún prototipo, presuntamente, y no sólo se estaba en fase de diseño como ha señalado el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
En las dos empresas públicas ferroviarias que dependen del Departamento de Raquel Sánchez ha habido ceses, como habían reclamado los presidentes de Cantabria y del Principado de Asturias, el regionalista Miguel Ángel Revilla y el socialista Adrián Barbón, respectivamente. El primero calificó el error como “chapuza” y el segundo señaló que “tienen que rodar cabezas”. Sin embargo, no han sido ninguna de las presentes en las cúpulas, sino las del responsable de Gestión de Material de Renfe y la del jefe de Inspección y Tecnología de Vía de Adif, que son quienes ‘han ‘pagado el pato’. Por tanto, el error no ha salpicado al presidente de Renfe, Isaías Táboas, quien tiene el respaldo de Raquel Sánchez y que ganó cuando esta relevó a José Luis Ábalos; ni tampoco a la presidenta de Adif, María Luisa Domínguez,... y eso que el tema es grave. Además, el PP ha pedido la dimisión de Isabel Pardo de Vera, actual secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana que en 2019 presidía Adif.
El presidente de RENFE, el que firmó la compra de trenes que no caben en los túneles, es nada menos que licenciado en Historia, y un histórico o dinosaurio del PSC. El escándalo se ha zanjado con el cese de dos pringados subalternos.
— Pastrana (@JosPastr) February 7, 2023
Vayamos al principio del asunto. En junio de 2019, Renfe lanzó un concurso para adjudicar la renovación de trenes para Renfe Cercanías AM (antes Renfe FEVE y más atrás en el tiempo solo FEVE -Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha-), por tanto de trenes que operan sobre una red un poco especial: de ancho métrico, distinta a los trazados de ancho ibérico y ancho estándar por los que circulan los trenes de Media Distancia y de Cercanías. Y dada esta red especial, el gálibo, o sea, las dimensiones máximas de altura y anchura, son mucho más importantes. En junio de 2020, Renfe adjudicó el contrato de 31 trenes de ancho métrico para renovar la flota de Asturias y Cantabria por 258 millones al fabricante ferroviario vasco Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF), así como el mantenimiento por 15 años de algunos de ellos, y los primeros debían estar circulando, como tarde, en octubre de 2024.
Cuando se firmó la compra del tren de la bruja en 2019 el presidente de RENFE era Isaías Táboas, periodista de la cuota catalana amigo de Sánchez e Illa, y la Presidenta de ADIF era la hermanísima Isabel Pardo de Vera. Ninguno de los dos ha dimitido. pic.twitter.com/rlxhLez4vI
— bansky (@bansky___) February 7, 2023
En 2021, CAF detectó el error en el gálibo que le había proporcionado Renfe y que no cumplían las normas de seguridad, y se lo trasladó al operador ferroviario, pero no pasó nada. Ahora ha saltado a la palestra dicho error y se ha convertido en todo un culebrón en el que Renfe y Adif se acusan mutuamente, y que también está teniendo eco en las redes sociales. Al rescate ha salido el Ministerio de Transportes subrayando que “el error en la definición del dimensionamiento del tren se detectó aún en la fase de diseño, con lo que ningún tren se había fabricado aún y tampoco se ha producido ni incurrido en ningún gasto público por esta situación”. Eso sí, reconociendo que el error “implica un rediseño que supone un retraso en la fabricación”. A pesar de que explica que la fase de diseño define cómo será el tren “sobre el papel”, y definido este se fabrica un único tren prototipo, por el tiempo que llevaba el proyecto, presuntamente, ya había un prototipo, según apuntan fuentes y expertos del sector porque es lo habitual, aunque no lo reconozca así el Departamento de Raquel Sánchez. Después de todo no sería ni la primera ni la última mentira del Gobierno que lidera Pedro Sánchez.
El tema es grave y CAF no tiene ninguna culpa, aunque tampoco ha querido hacer sangre. Hace unos días, su consejero delegado, Javier Martínez Ojinaga, no quiso contestar preguntas sobre el tema en una rueda de prensa celebrada por otro motivo, donde sí destacó que “en nuestro sector los proyectos son complicados y surgen dificultades, pero CAF saca los proyectos adelante, porque somos de resolver los problemas y de no hacer declaraciones sobre situaciones concretas y cumplir los compromisos”.