El equipo directivo del BBVA, en concreto el equipo jurídico, anda extraordinariamente mosqueado con su propio presidente, Carlos Torres Vila, quien detiene todas sus iniciativas. Verán, por mucho que le demos vueltas a todo lo sucedido desde que se lanzara la OPA, a primeros del mes de mayo, no se entiende que, ya por encima de los no preceptivos pero sí consuetudinarios seis meses de análisis, el regulador bursátil continúe sin aprobar el folleto de emisión de la OPA del BBVA sobre el Sabadell. La CNMV continúa solicitando más información a un BBVA que, atención, ha renunciado a una OPA condicionada a los requisitos que pueda imponer Competencia (CNMC).

En otras palabras, que Rodrigo Buenaventura, presidente de la CNMV hasta el lunes 16 de diciembre, prorrogable hasta el 1 de enero, que se va a Europa, en una espléndida patada hacia arriba, se despide como fiel seguidor de Moncloa, defendiendo el absurdo de que la CNMV no permitirá la OPA del BBVA sobre el Sabadell hasta que el otro regulador, la CNMC, hable. Lo cual nos puede llevar, tranquilamente, a 12 meses más ¿Puede una OPA aguantar en buen estado durante 18 meses o se pudre? Y en el entretanto, se supone que para contentar al separatismo catalán, aunque reconozco que no lo sé, el Gobierno mantiene su oposición a la operación. Y sean sus razones reales las que sean, sinceras o espurias, la verdad es que el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, hace muy bien en hacer lo que hace.

Ahora bien, la pregunta continúa siendo por qué Torres no acepta los consejos de su equipo jurídico, que ya le ha pedido cargar contra la CNMV por sabotear la oferta... por ejemplo, con una demanda de Responsabilidad patrimonial contra el Estado. No lo entienden ni los propios abogados y asesores del BBVA.

Es decir, ¿a qué juega el presidente del BBVA? Parece jugar a que la OPA se mantenga viva y sin cambios, el mayor tiempo posible, que puede ser el mismo que él dure como presidente del BBVA, mientras su pensión crece y sigue cobrando su sueldo.

En paralelo (o es en perpendicular, porque ambas líneas se cruzan) su homólogo en la CNMV, Rodrigo Buenaventura, se despide con 'lealtad' a Moncloa: el regulador bursátil no hablará hasta que dictamine la CNMC. O sea, "ad calendas graecas", nunca. Lo que busca es que la CNMC le haga su trabajo. Además, igualar los tiempos de un regulador bursátil con los de un regulador anti-monopolio es un absurdo tan grande que deberían explicarlo en la primera semana del primer trimestre de derecho mercantil.

En paralelo, Mariano Bacigalupo, esposo de Teresa Ribera, ha peleado por ser el presidente del regulador bursátil (del que ahora es consejero y extraordinariamente pesadito), de la misma manera que pelea por ser el presidente de la futura y renacida Comisión Nacional de la Energía. Por el momento, no se ha autonominado para ser el futuro secretario general de la ONU pero todo se andará: ¿acaso no es un progresista? El mejor negocio que alguien puede hacer en el mundo es comprar a don Mariano por lo que vale y venderle por lo que él cree que vale. Una plusvalía casi viciosa.

Mientras, el Sabadell está haciendo los deberes: no reduce el ritmo ascendente en rentabilidad. Lo grande no tiene por qué ser mejor que lo pequeño. Ahora mismo, el Sabadell es mejor banco que el BBVA... y a algunos nos gusta lo pequeño, es más humano

Es un matrimonio ejemplar el de don Mariano y doña Teresa, siempre al servicio de Pedro Sánchez: entre ambos destruyeron la industria (sí, he dicho industria) energética en España. Ahora, la señora Ribera intenta destruirla en toda Europa mientras su esposo pretende terminar el trabajo energético en España y/o convertirse en el juez del mercado bursátil. Si pudiera ser las dos cosas a la vez tampoco le haría ascos.

Mientras, el Sabadell está haciendo los deberes: no reduce el ritmo ascendente en rentabilidad. Lo grande no tiene por qué ser mejor que lo pequeño. Ahora mismo, el Sabadell es mejor banco que el BBVA... y a algunos nos gusta lo pequeño, nos resulta más humano y más gobernable.

En cualquier caso, la sospecha es que Torres está retrasando interesadamente la oferta sobre el Sabadell. Cuanto más tarde en decantarse la OPA, sea en victoria o en derrota, mejor: así, nadie le discute la Presidencia. Y Oliu y González-Bueno lo saben, como saben que cuanto más se dilate la OPA, peor para el opador.

Ojo: los fondos sólo creen en bancos demasiado grandes como para dejarles caer. La barbaridad del 'Too big to fail', una entidad cuya caída es evitada por el Estado con el dinero de los contribuyentes.

Les gusta más un BBVA grande, engrandecido con un Sabadell porque cuanto más grande, menos les importa la gestión: si cae, el Gobierno le salvará.

Ahora bien, todo esto no deja de ser una lamentable muestra, una más, de falta del liderazgo bancario, una enfermedad que corroe el antaño ejemplar sector bancario europeo.