Rafael Villaseca y Jordi Cazorla están al frente de una Celsa controlada por los fondos, como presidente y CEO, respectivamente
Celsa es un ejemplo de otra empresa estratégica española entregada a fondos… por culpa de la deuda, que un año después ha empezado a jibarizarse. En esta ocasión, cayó a manos del banco alemán Deutsche Bank; los fondos estadounidenses SVP, Cross Ocean, Anchorage, Golden Tree y Sculptor (ahora propiedad del fondo Rithm Capital); el fondo británico Attestor y el enorme grupo de banca de inversión y de valores estadounidense Goldman Sanchs.
Estos bancos y fondos actuaron al estilo de Apollo, uno de los fondos más especulativos del mundo que fundó Leon Black, quien inventó el loan to own (préstamo con opción a compra) que hoy imitan otros muchos fondos. Se trata de comprar deuda de una empresa para luego forzarla a renegociarla, siempre al alza, pero si la compañía no logra pagar dicha deuda, al final se quedan la empresa y en muchos casos la acaban troceando y vendiendo, según el ‘esquema Villalonga’ (ya saben, el que aplicó Juan Villalonga cuando presidía Telefónica, bajo el principio infundado y anglosajón de que la suma de las partes vale más que el todo).
Esto se ha podido ver en Celsa, la siderúrgica catalana que fundaron los hermanos Francesc y Josep Maria Rubiralta Vilaseca en 1967, bajo el nombre de Compañía Española de Laminación S. A. en Castellbisbal (Barcelona); y también crearon la proveedora de material sanitario Izasa (hoy Werfen). Hasta 2006, las dos ramas familiares se mantuvieron unidas y también ambos grupos industriales, pero con la llegada de la segunda generación surgieron las diferencias: así los hijos de Francesc (los cuatro hermanos Rubiralta Rubió -Francesc, Ignasi, Carola y Anna-) se quedaron con Celsa, entonces la joya de la corona de la familia; y los hijos de Josep Maria (los cuatro hermanos Rubiralta Giralt -Jordi, Josep Lluís, Xavier y Marc-) se hicieron cargo de Werfen y recibieron una compensación económica de la otra rama. Paradojas de la vida, la que era la joya de la corona acabó cayendo en desgracia, mientras Werfen se convirtió en un imperio farmacéutica.
Por tanto, Celsa no sólo es un ejemplo de otra empresa estratégica española que cae en manos de los fondos sino de otra empresa familiar que se divide por diferencias familiares y acaba en crisis. A río revuelto, ganancia de pescadores, dice el refrán español, y lo saben bien los fondos, y más cuando hay deuda de por medio. La de la siderúrgica catalana ascendía a más de 3.700 millones de euros en 2023, cifra que descendió a unos 2.300 millones, cuando los fondos la capitalizaron y ganaron el pulso judicial a los Rubiralta Rubió, además, el Gobierno Sánchez les permitió entrar en la compañía... con la condición de que buscaran un socio industrial que tomara el 20% del capital.
Los fondos se convirtieron en propietarios al capitalizar deuda y ganaron el pulso judicial a los Rubiralta Rubió, además, el Gobierno Sánchez les permitió entrar en la compañía... con la condición de que buscaran un socio industrial que tomara el 20% del capital... y que aún no ha llegado
Un año después, los fondos aún siguen buscando dicho socio industrial... Eso sí, los fondos propietarios han empezado a jibarizar la siderúrgica: han vendido las filiales de Reino Unido y Noruega por 625 millones, que contaban con acerías situadas en Cardiff y Mo i Rana, respectivamente. Una cifra muy por debajo de los 1.000 millones que había barajado en un principio. El comprador ha sido Se.ven Global Investments, el holding familiar del magnate checo Pavel Tykac. Al mismo tiempo, la siderúrgica que preside Rafael Villaseca y tiene como CEO a Jordi Cazorla ha decidido suspender, por ahora, la venta de su filial de Polonia, que tiene la acería ubicada en Ostrowiec, debido a las diferencias entre las ofertas recibidas y la valoración de Celsa. La jibarización, troceo o plan de rotación de activos (como prefiere llamarlo Villaseca y otras muchas empresas, como Acciona Energía... permitiendo más pelotazos de José Manuel Entrecanales) tiene el objetivo de contribuir a la reducción de la deuda, otro de los compromisos que los fondos tomaron, en concreto, con los tribunales.
Por ahora, Celsa no ha puesto en venta la filial francesa, que cuenta con una acería en Bayona. Asimismo, hace unos meses, los fondos lanzaron ampliaciones de capital de 166 millones (que fueron aprobadas por la Junta General de Accionistas): primero una inmediata de 81 millones, a la que seguirá otra más adelante (que en principio iba a ser de 85 millones para las inversiones en el extranjero, pero con las ventas de filiales extranjeras, será de menor cuantía). Eso sí, aparte de en la búsqueda de un socio industrial, el foco está puesto en centrar el negocio en España. Todo esto en una empresa estratégica que también recibió un elevado rescate de la SEPI procedente de los fondos europeos que ascendió a 550 millones, pese a tener pérdidas, pero los préstamos no impidieron que acabara en manos de fondos... y que un año después estos empezaran a trocearla.