España es el tercer país con las cotizaciones sociales más elevadas de Europa (34%), solo por detrás de Francia (45%) y Eslovaquia (35,2%). Si a esto le sumamos otros costes laborales, obtenemos un resultado aterrador: el coste mínimo de contratar a un empleado es, para las pequeñas empresas de entre 10 y 49 empleados, el equivalente al 136% del salario mínimo. Recuerden que el SMI actual asciende a 1.000 euros en 14 pagas. Solo Lituania, Francia y Bélgica tienen un coste mínimo de contratar a un asalariado superior al de España, según el informe Crecimiento Empresarial, publicado este lunes por Cepyme.

Con razón la patronal que preside Gerardo Cuerva pide al Gobierno que rebaje las cotizaciones sociales, ya que, junto a los impuestos, son los principales frenos al crecimiento del tejido empresarial en nuestro país. Sí, además de las elevadísimas cuotas sociales, las pymes españolas soportan el impuesto de Sociedades e IRPF más elevados de Europa. Y lo extraño es que la CEOE de Antonio Garamendi, que estrena su segundo mandato, no haga hincapié en esto y no centre sus reivindicaciones en rebajarlos.

Luego está el comité de empresa, que tampoco sale gratis. España, según Cepyme, es el país con la obligación de componer un Comité mucho más grande al llegar a la plantilla de 50 trabajadores: el 10% de la plantilla, esto es, 5 empleados. Mientras eso sucede en España, en Alemania y Portugal no es obligatorio y depende de lo que decidan los empleados, y se compone de 1 o 2 trabajadores, y en Reino Unido o Suecia ni siquiera está legislada la existencia de dicho comité. La comparación con nuestros ‘iguales’ es significativa: en una empresa de 260 trabajadores, el Comité en España debe ser de 13 miembros, frente a cinco en Hungría, tres en Italia y uno en Francia.

En definitiva, las empresas españolas son las que soportan cargas fiscales más elevadas de Europa, y dentro de ellas, las pymes se llevan, proporcionalmente, la peor parte. Es el empeño del poder político -y económico- de ahogar a las pymes y micro pymes para concentrar la mayor parte del tejido empresarial en grandes oligopolios, más fáciles de controlar.