Con la Bolsa neoyorkina en lo más alto. Así va a cerrar 2024, un año para enmarcar en Wall Street, a pesar de las últimas correcciones.

Rentabilidad de dos dígitos, el oro pulverizando plusvalías y máximos, igual que el Bitcoin que ha llegado a cotizar en los 108.000 dólares… y un mercado atento al ritmo de bajadas de tipos, que celebra los movimientos de los bancos centrales, y también la apuesta por el riesgo.

Los expertos coinciden, en una amplia mayoría, en que la Bolsa de Estados Unidos va a seguir reinando, después de sumar 54 máximos este año por “la fortaleza de los resultados, liderazgo tecnológico, dominio en el ámbito de la inteligencia artificial, autosuficiencia energética y un cambio político favorable para los mercados. Ah! Y el beneplácito de los inversores”, apunta Marta Campello, responsable del Equipo de Selección de Fondos de Abante.

El peso total de Wall Street, en el total de las bolsas mundiales, se acerca ya al 60% “cuando el PIB de EEUU no llega al 30% y la población no alcanza el 10%”, explica David Cano, socio de Afi y director de Afi Inversiones Globales, SGIIC, para el que “esta mayor cuota de las compañías estadounidenses se debe a una capacidad superior para generar crecimiento en los beneficios empresariales, que se plasma en mayor valor de mercado, especialmente por su apuesta tecnológica”.

Europa que necesita un revulsivo, en todos los sentidos. "Ojalá los políticos y las instituciones se pongan a ello y vuelva poco a poco la confianza en el mercado europeo"

Y todo esto frente a una Europa que “necesita un revulsivo, en todos los sentidos. Ojalá los políticos y las instituciones se pongan a ello y vuelva poco a poco la confianza en el mercado europeo. Ahora mismo el nivel de pesimismo es tan tremendo que un pequeño catalizador podría dar aire al mercado”, señala Campello.

Un mercado que se está quedando atrás y que al parecer ofrece poco interés a los inversores. “Europa está barata sí, pero no diría que infravalorada”, argumenta David Cano. “Presenta un menor PER (ratio entre precio y beneficios) debido a las menores perspectivas para el crecimiento de los beneficios de las empresas que cotizan en la zona euro, en gran medida por los sectores a los que pertenecen, es decir, banca, energía, autos, telecomunicaciones”.

Lo que está claro es que 2024 ha acentuado el desacoplamiento de la economía de la Eurozona frente a la de EEUU por su falta de dinamismo y los problemas crecientes en torno a Alemania y Francia. “Al mismo tiempo, se ha confirmado la pérdida de competitividad del conjunto de la UE frente a EEUU y China ante la crisis de liderazgo que vive el continente, la excesiva carga burocrática o la ausencia de una mayor unidad de mercado, que dificulta la competitividad europea en ámbitos clave como la industria y la tecnología. En un contexto en el que la victoria histórica de Trump aumenta la volatilidad y la impredecibilidad”, argumenta Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank.

Porque, lo que pase en 2025, en buena medida, va a estar vinculado a las decisiones que tome una sola persona: Donald Trump. Su triunfo arrollador en las elecciones de EEUU el pasado noviembre supuso la rúbrica al buen comportamiento Bolsa estadounidense que festejó sus promesas electorales.

Así que, de que Trump siga o no al pie de la letra el guión previsto, va a depender la continuidad de ese rally y su intensidad, y también el devenir macro global.

Junto a lo que pueda generar el ‘efecto Trump’, y la incertidumbre económica y política en Francia y Alemania, no hay que perder de vista a China

La amenaza planetaria de la aplicación de aranceles y su efecto sobre la inflación, preocupa.

En este sentido, Alicia Coronil opina que la Administración Trump 2.0 “para lograr defender sus intereses y su filosofía Make America Great Again, requiere de aliados, por ello creo que con Europa será más transaccional y evitará una guerra comercial”.

“Además, EEUU, para garantizar su seguridad estratégica, necesita a sus aliados europeos y de la región Indo-Pacífico, en un contexto marcado por los riesgos que representa para las democracias la alianza entre China-Rusia-Irán y Corea del Norte”.

Junto a lo que pueda generar el ‘efecto Trump’, y la incertidumbre económica y política en Francia y Alemania, no hay que perder de vista a China. “China”, comenta Marta Campello, “está en un momento interesante y delicado. No es fácil volver a poner en marcha la máquina una vez que se ha parado en seco. Tres años de cierre estricto por el Covid, el autopinchazo de una superlativa burbuja inmobiliaria y el cambio de regulación repentino en algunos sectores económicos, han provocado la estampida en masa de los inversores internacionales y han hundido la confianza del inversor doméstico, que ni invierte ni consume”.

Para los expertos, toda la batería de medidas que el gobierno chino está anunciando son positivas y necesarias pero el mercado estima que no son suficientes y que los efectos no se verán a corto plazo”.

Pendientes también de que el estado de gracia en el que transitan los gigantes tecnológicos y la inteligencia artificial podría flojear si no se traduce en beneficios contantes y sonantes, la pregunta es: ¿qué pasará con los tipos de interés. David Cano lo tiene claro: “El mercado descuenta tipos en EEUU del 3,75% y, en Europa, del 1,75%”.

Los expertos coinciden, en una amplia mayoría, en que la Bolsa de Estados Unidos va a seguir reinando, después de sumar 54 máximos este año por la fortaleza de los resultados y el liderazgo tecnológico

“Los tipos seguirán bajando progresivamente”, pronostica Alejandro Varela, responsable del área de Gestión Discrecional de carteras en Renta 4 Gestora, “precisamente porque los estados no pueden seguir asumiendo la carga de intereses que soportan en la actualidad. El BCE será más agresivo, porque la necesidad es más urgente en la eurozona donde además el crecimiento es raquítico. En Estados Unidos, las bajadas serán más lentas porque la economía es mucho más resistente”.

“La evolución del proteccionismo, del populismo o de las tensiones geopolíticas”, añade Alicia Coronil, “será clave para determinar el entorno de precios y de tipos de interés en el que se instalará la economía real en los próximos años”.