¿No han servido de nada todos los movimientos realizados por Grifols? ¿El cambio en la cúpula directiva, la venta de Shanghai Rass, la emisión de un bono a rentabilidades altísimas para atajar deuda…?

Todo esto se lo ha cargado de un plumazo, al menos es la impresión a 24 horas de un nuevo terremoto bursátil, Moody´s que parece haber ocupado el papel de Gotham a la hora de lanzar artillería pesada contra la compañía de hemoderivados.

La agencia ya colocó a Grifols en revisión en el mes de marzo, pero ahora ha dado el paso definitivo con la rebaja de calificación. En concreto, pasa de ser B2 a B3. Es cierto que la empresa ya estaba en la clasificación de "grado especulativo", pero esta rebaja refleja que incluso con la venta de la filial china sigue teniendo problemas financieros. 

“Las recientes emisiones de deuda por valor de más de 1.300 millones de euros y la venta de Shanghai Rass solo arreglan la situación financiera de Grifols a corto plazo, pero a medio y largo plazo la empresa tiene que ser capaz de generar flujos de caja libre positivos para poder seguir en funcionamiento. De hecho, Moody´s refleja la menor generación de caja de lo esperado como uno de los motivos de esta rebaja”, señalan desde XTB.

En el primer trimestre de este año, el flujo de caja libre ha sido negativo en 253 millones de euros, con un descenso interanual de 109 millones.

De hecho, en el primer trimestre de este año, el flujo de caja libre ha sido negativo en 253 millones de euros, con un descenso interanual de 109 millones.

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Y es que, el problema de la compañía, como venimos insistiendo en Hispanidad es el lastre que supone su apalancamiento.

“Su elevada deuda”, señala Nicolás López de Singular Bank, “ya hizo ya caer la cotización de forma acusada en pandemia y después de la pandemia ya que, a ese nivel alto de endeudamiento por el proceso de crecimiento que tuvo la compañía en años anteriores, se sumó la crisis covid y postcovid. El flujo de donaciones de sangre sufrió un parón que deterioró gravemente el negocio de Grifols”.

Ahora, el mercado duda, básicamente, de si va a ser capaz de remontar e ir reduciendo poco a poco su apalancamiento con el flujo de caja que genere la compañía o, si en algún momento, va a tener que hacer una ampliación de capital lo que implicaría una dilución para los accionistas y una bajada de precio todavía más acusada.

En lo que va de año las acciones de Grifols se dejan un 45% aunque, a día de hoy, precisan los expertos, los argumentos de Gotham para atacar a Grifols, como el tema de la gobernanza y el control de las operaciones relacionadas con el grupo inversor de la familia (Scranton), han quedado en un segundo plano. “Básicamente lo que preocupa”, dicen, “es esa mezcla de alta deuda y de las dudas que genera la evolución de su cash flow”.

La deuda financiera neta se ha situado en 9.811 millones de euros, un ratio de 6,8 respecto al Ebitda. Al cierre de 2023 era de 9.416 millones de euros, 6,3 veces.

Pero como decía Nicolás López, los problemas de Grifols se remontan a la crisis sanitaria. La compañía cotizó en máximos de cinco años en febrero de 2020 cuando sus títulos valían 29 euros. A partir de ese momento su cotización no ha dejado de bajar. Cerró 2020 en los 23 euros; 2021 acabó cotizando en los 16; en 2022 cayó hasta los 10,9, y consiguió remontar y cerrar en 2023 por encima de los 14 euros….luego llegó el mazazo de Gotham. Lo que ocurrió después es de sobra conocido.

Recuerdan los analistas consultados que justo en el momento en el que Grifols se mostraba incapaz de salir a flote por los efectos de la crisis sanitaria, allá por 2022, CaixBank publicó un informe en el que ya cifraba las necesidades de capital de compañía en 1.300 millones (curiosamente el mismo importe de las emisiones realizadas este año), y le planteaba las siguientes opciones para salvar la situación: la venta del 26,2% en Shanghai Raas (ha vendido un 20%); la venta parcial de Biomat, empresa que controla los centros de donación de plasma del grupo en EEUU. En 2021, el fondo soberano de Singapur compró un porcentaje la compañía que luego, en 2023, revendió en parte otra vez a Grifols; y, por último, la venta de la división de diagnóstico que en ese momento (2022) era el segundo negocio por volumen del grupo de hemoderivados.

Ahora, el mercado duda, básicamente, de si va a ser capaz de remontar e ir reduciendo poco a poco su apalancamiento con el flujo de caja que genere la compañía o, si en algún momento, va a tener que hacer una ampliación de capital 

Y Grifols apuró, y cometió el error de pensar que quizá podría remontar pero…finalmente se ha ahogado en sus propias cifras.

La deuda financiera neta de Grifols alcanzaba en el primer trimestre de este año los 10.948 millones, cifra que incluye 1.137 millones de las obligaciones financieras relacionadas con los alquileres de los centros de plasma.

Sin este apunte, la deuda financiera neta se ha situado en 9.811 millones de euros, un ratio de 6,8 respecto al Ebitda. Al cierre de 2023 era de 9.416 millones de euros, 6,3 veces.

El objetivo de Grifols es cerrar el ejercicio de 2024 con una ratio de 4,5 veces para lo que la compañía confía en la propia buena evolución del negocio y, casi, casi, (añado yo) en un milagro.