A punto de cerrar 2025, un año para Puig especialmente significativo por su estreno en Bolsa, la cotización de la compañía, si no cambian las cosas en las últimas dos semanas, cerrará estos 7 meses con caídas cercanas al 24%.

La compañía debutó en el mercado el 3 de mayo a 24,50 euros con una valoración 13.900 millones, una valoración que subía hasta los 15.176 millones el pasado 23 de julio y que actualmente se sitúa en los 10.588.

Alcanzó máximos de 27,60 euros el 12 de junio y saltó al Ibex 35, el pasado 22 de julio, en los 26,80 euros. Hoy sus títulos valen 18,56.

Para los analistas de la entidad, "será determinante la calidad de las cifras de los primeros trimestres de 2025, cuando ya la comparativa no esté distorsionada por los gastos extraordinarios derivados" de la salida a Bolsa. “La comparativa será mejor y además se podrá ver la evolución en un mercado tan competido como en el que coloca sus productos Puig”, señala Antonio Castelo, analista de iBroker Global Markets.

De momento, “los resultados semestrales, presentados en septiembre decepcionaron al mercado, pero las cuentas del tercer trimestre fueron buenas”, opina Javier Cabrera, analista de mercados. “Las ventas del tercer trimestre aumentaron un 11,1% con respecto al mismo trimestre del año anterior y un 11,6% a tipo de cambio constante. En concreto, se esperaban unos 1.186 millones de euros en ingresos, pero la compañía consiguió 1.257 millones de euros, un 6% por encima más”.

La cotización no se ha recuperado de las decepcionantes cifras con las que se saldó el periodo de enero a junio. ”Cayeron como una losa”, explican los expertos, “en un mercado que no valoró los ajustes de unos gastos extraordinarios generados por la OPV

Aun así, la cotización no se ha recuperado de las decepcionantes cifras con las que se saldó el periodo de enero a junio. ”Cayeron como una losa”, explica Castelo, “en un mercado que no valoró los ajustes de unos gastos extraordinarios generados por la OPV”.

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 “Varios factores han pesado en ello”, añade. “En primer lugar, creo que en el mercado se ha instalado la idea de que Puig estaría englobada en el “sector lujo” y teniendo en cuenta que ese sector ha presentado muchos problemas en los últimos meses, la compañía lo ha reflejado”.

Las expectativas eran muy altas para la que se ha convertido en una de las empresas que va camino de saldar el año con contundentes números rojos.

El salto al parqué de Puig se convirtió en todo un acontecimiento. Protagonizó la mayor salida a Bolsa de Europa, en lo que llevábamos de año, y la mayor en España desde que lo hiciera Aena.

Alcanzó máximos de 27,60 euros el 12 de junio y saltó al Ibex 35, el pasado 22 de julio, en los 26,80 euros. Hoy sus títulos valen 18,56

Un acontecimiento no exento de polémica porque la compañía pasó a tener acciones de clase A, reservadas para la familia, con todos los derechos económicos y políticos; y acciones de clase B, las únicas que cotizan, pero con los derechos económicos y políticos limitados: concentran únicamente el 28,3% de los derechos económicos y el 7,5% de los derechos de voto.

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Esto significa, según los expertos, que a la clase A le corresponden 5 votos, mientras que, las acciones de clase B, sólo uno.

Así que, los nuevos accionistas van a tener muy poco que decir la hora de adoptar decisiones empresariales.

Dice Mark Puig que la familia mantiene el control mayoritario de la empresa porque es "un capital paciente", algo fundamental para Puig por su estrategia de crecimiento inorgánico

En este sentido, el presidente ejecutivo de Puig, Marc Puig, comentaba el pasado 20 de noviembre y en unas jornadas organizadas por el IESE, que la salida a Bolsa de la empresa no debe afectar a la toma de decisiones "con mirada larga"….

…que la familia mantiene el control mayoritario de la empresa porque es "un capital paciente", algo fundamental para Puig por su estrategia de crecimiento inorgánico.

Ha asegurado además que no necesitaba cotizar en los mercados, pero que lo ha hecho para evitar lo que ocurre a veces en las empresas familiares: que se tomen decisiones equivocadas y la empresa vaya perdiendo su posición en el mercado sin que "nadie levante la bandera".

Pero…si la familia sigue ejerciendo el control, ¿quién va a decir ni mu? me pregunto. Entonces, ¿qué supervisión puede ejercer el mercado?