El coche eléctrico sigue teniendo un papel muy pequeño, pese a las subvenciones crecientes, pero es el único que quiere la ecológica Naciones Unidas
Los coches eléctricos aún deben mejorar -y mucho- y a día de hoy no son la panacea para una movilidad sostenible por varios motivos. En India han retirado casi 7.000 vehículos de este tipo por los incendios que se han producido en muchos de ellos debido a las baterías, incendios que también se dieron por ejemplo en EEUU con las inundaciones que provocó el paso del huracán Ian, a esto se suma que siguen siendo unos vehículos caros, que faltan puntos de recarga y que sus neumáticos no sólo cuestan más sino que duran menos.
En India se han retirado casi 7.000 coches eléctricos en los últimos meses por los diversos incendios que se han producido por culpa de las baterías, y que también han causado muertes, según ha recogido Vozpópuli hace unos días. Unos incendios de baterías que, según los expertos, se deben a factores como la variedad de temperaturas, las condiciones de humedad o a problemas de calidad e ingeniería. Por todo ello, el país asiático ha decidido endurecer los controles de calidad en la fabricación de las baterías de este tipo de vehículos para mejorar su seguridad, teniendo en cuenta que son el tercer país más contaminante del mundo y que dan ayudas para su compra (de hasta el 40% del coches del vehículo en el caso de las motocicletas y un tipo impositivo reducido) e incentivos vinculados a la producción a los fabricantes automovilísticos.
En determinadas situaciones la química de la batería de litio puede dar un susto: depende de su deterioro o por alguna circunstancia extraordinaria. Esta puede ser la explicación de que muchos vehículos tienen aparte de su seguro habitual, otro seguro específico para la batería
Claro que conviene destacar que los incendios de coches eléctricos también se han dado en otros países, donde los controles de calidad son más estrictos: por ejemplo, en EEUU. El estado de Florida sufrió a principios del pasado octubre el paso del huracán Ian, uno de los peores de su historia, y entre sus efectos muchos coches eléctricos que quedaron sumergidos ante la subida del nivel del mar, con el paso de los días y a medida que se fueron secando, comenzaron a arder de forma espontánea. Las inundaciones afectaron a las baterías de litio y la corrosión hizo su efecto, provocando los incendios. Pero también hay que referir que en determinadas situaciones la química de dicha batería puede dar un susto: depende de su deterioro por el paso del tiempo o por alguna circunstancia extraordinaria. Y esta puede ser la explicación de que muchos vehículos tienen aparte de su seguro habitual, otro seguro específico para la batería, que especialmente en el caso de los híbridos (tanto enchufables -cuentan con una batería grande que se recarga por el motor de combustión y también mediante un enchufe- como convencionales o no enchufables -tienen una pequeña batería que se recarga por el motor-), debido a su mayor uso y desgaste al compatibilizar el motor de combustión y la movilidad eléctrica.
Al problema de las baterías también se suman dificultades en el tema de los neumáticos, según informa Autofácil. Los coches eléctricos requieren de un neumático de tipo ecológico para reducir al máximo su rozamiento, pero a la vez son más pesados y necesitan más capacidad de agarre. Ante esta dificultad, los fabricantes de neumáticos están haciendo variaciones, que elevan el precio de dicho producto en un 15-20%, pero que también hay otro problema: su duración es más limitada (hasta un 40-50% menos) que las de los que usan los coches con motor de combustión. Además, no hay que olvidar que para la fabricación de coches eléctricos se necesitan muchos minerales (litio, cobalto, níquel...) y la extracción de muchos de ellos está salpicada de explotación (incluso de niños) en el Tercer Mundo: por ejemplo, en las minas de cobalto de la República Democrática del Congo.
Y a estas dificultades se suman el elevado precio del coche eléctrico en su conjunto y que aún hay una insuficiente infraestructura de recarga en la mayoría de países. En Reino Unido, a mediados del pasado junio se retiraron las ayudas a la compra de turismos eléctricos e híbridos para centrar la inversión en extender la red de puntos públicos de recarga y en impulsar la modernización del parque de vehículos profesionales y motocicletas. En España, en plena crisis del sector, las ventas de vehículos alternativos (electrificados, híbridos y de gas) han crecido un 12,5%, a 311.273 hasta noviembre, según datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac). Dentro de estos, sólo 32.312 (+37,1%) son 100% eléctricos puros y suponen una cuota de mercado del 3,7%; y 43.552 (+13,2%) son híbridos enchufables, con una cuota del 4,99%; mientras los híbridos convencionales siguen siendo los preferidos y representan una cuota del 25,25%. Y por cierto, el Gobierno presume de ayudar a la compra de coches sostenibles, pero la realidad es algo distinta, como se ve en este caso real: un ciudadano compra un coche eléctrico fabricado en China por 18.000 euros, el concesionario le gestiona la subvención de 5.000 euros, pero tres años años después aún sigue esperándola. O sea, que sólo puede adquirir este tipo de vehículos quien pueda adelantar la inversión necesaria, porque el tema de las subvenciones va, como las cosas de palacio, despacio.