El último ejercicio fiscal de Raventós Codorníu (de julio de 2023 a junio de 2024) fue de récord. La facturación aumentó un 4%, hasta los 232 millones de euros, tras vender 50 millones de botellas, un 2% más que un año antes, y alcanzar un Ebitda (resultado de explotación) de 39 millones de euros, un 15% superior, según las cuentas presentadas este miércoles por el CEO de la compañía, Sergio Fuster.

Codorníu creció en todos los mercados donde está presente, por ejemplo, España, donde concentra el 63% del negocio, aumentó la facturación un 2,7%. El negocio internacional, que ya representa el 37%, aumentó un 6% a pesar de la debilidad de los mercados chino y ruso.

Como ven, un ejercicio espectacular, a pesar de que las lluvias han llegado tarde, que acerca la salida del fondo norteamericano Carlyle de su accionariado. Como recordarán, Carlyle compró entre el 55 y el 60% de la compañía, en 2018 tras las disputas en el seno de la familia Raventós, fundadora del grupo junto a los Codorníu.

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Cuando Carlyle compró, el grupo fue valorado en 390 millones de euros, deuda incluida. Hablamos de seis años atrás, periodo a partir del cual muchos fondos desinvierten para buscar nuevas oportunidades. Ese es el problema de los fondos: no tienen ninguna visión industrial, ni les preocupa el futuro de la empresa. Su único objetivo es maximizar su inversión en el menor tiempo posible. “Ahora mismo no hay, de momento, ningún plan de venta”, afirmó Fuster. Pero a nadie se le escapa que estos resultados y la perspectiva de un buen 2024-2025 acercan la salida de Carlyle.