El presidente del Instituto de Estudios Económicos, Íñigo Fernández de Mesa; y su director general, Gregorio Izquierdo; han presentado el informe “La productividad como el gran reto pendiente de la economía española”, en el que se recoge que la última década (2013-2023) ha representado, para España, "una pérdida de la convergencia real con Europa, ya que nuestro PIB per cápita ha aumentado, prácticamente, lo mismo que el de la Unión Europea (16,1% frente al 15,7%)".

Es más, si se limita al lapso más reciente (2018-2023) nuestro PIB per cápita ha retrocedido en términos relativos debido a que sólo ha crecido un 4,5% acumulado, cuando la UE ha conseguido incrementarlo en un 5,8%. De hecho, nuestra renta per cápita relativa frente a la UE, en el 2023, se sitúa en el 89,2%, cuando, en el año 2018, llegamos a alcanzar el 92,5%, lo que supone un retroceso de más de 3 puntos relativos.

De esta forma se truncó la mejora de nuestra convergencia real conseguida entre 2013 y 2018, cuando nuestro PIB acumuló un crecimiento de 14,3% frente al 11,2% registrado por la UE, lo que significa que nuestra renta per cápita relativa frente a la UE se situara en el 92,5% en 2018 desde el 88,9% de 2013, lo que supuso un aumento de cerca de 4 puntos relativos. En otras palabras, España ha perdido con Pedro Sánchez lo avanzado con Rajoy en cuanto a PIB per cápita.

Tras analizar esta evolución, el IEE pasa a explicar que la incidencia de la productividad sobre el crecimiento de una economía y sobre el PIB per cápita pone de manifiesto que los países que presentan los niveles de productividad más elevados, tanto por hora como por ocupado, se corresponden con los países donde los niveles de PIB per cápita son mayores. "Pero no es el caso de España, que, a pesar de partir de un menor nivel de renta, no ha conseguido lograr un diferencial significativo de crecimiento de su renta per cápita con relación a la UE". 

Por tanto, la conclusión del IEE es clara: "cuando se analiza el proceso de convergencia real se observa que los países que tienen éxito en el mismo son los países que logran aumentar tanto su productividad como su tasa de ocupación, evidenciado, así, que ambas variables son positivas si se consigue un clima favorable a la inversión y a la actividad empresarial".

Como consecuencia de esta mejora de renta per cápita los países "ven, a su vez, incrementadas sus tasas de empleo, niveles salariales y también posibilitan mejoras en la reducción de su jornada media laboral".

"La mayor productividad permite la reducción de la jornada laboral y no viceversa", sentenciaba Fernández de Mesa, durante la presentación del informe, algo que ya han dicho por pasiva y por activa numerosos expertos a la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien, pese a las advertencias de numerosas organizaciones, sigue empeñada en lograr su reducción de jornada. 

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Y por si no hubiera quedado lo suficientemente claro, el IEE prosigue: "El problema es que, en un contexto de insuficiente progreso de la productividad por hora, la reducción de la jornada conlleva, a su vez, un deterioro de la productividad por trabajador y, en consecuencia, de la competitividad económica y de la capacidad de creación de empleo y crecimiento de una economía a medio y largo plazo". 

La principal explicación de que España no haya apenas reducido su brecha respecto a la UE entre 2013 y 2023 se debe, ante todo, a que nuestra productividad (PIB por hora) solo ha crecido un 4,2%, que es, aproximadamente, la mitad del aumento del 8,1% de la productividad (PIB por hora) registrada por la UE en este periodo.

Además, la reducción de la jornada media del 3,4% en España y, por lo tanto, por encima de la disminución del 2% de esta jornada media en Europa, supone que, en términos de productividad por ocupado, el retroceso relativo de España haya sido superior. En este sentido, la productividad por ocupado, entre 2013 y 2023, ha crecido un 5,9% en la UE, mientras que, en España, tan solo lo ha hecho en un 0,7%, cifra tan limitada que implica un cierto estancamiento de este componente que justifica que el mismo deba ser objeto de atención dentro de nuestra política económica.

Es más, de 2018 a 2023 la productividad por ocupado ha descendido, en España, un 1,9% cuando, en este mismo lapso, la productividad por ocupado de la UE se ha incrementado en 1,3%. Esta pérdida se explica, en buena medida, por la fuerte reducción de la jornada media registrada en España desde el año 2018 con un retroceso de esta del 3,8% frente a la disminución del 1,5% acontecida en la UE.

Ante esta situación, el IEE propone una serie de medidas que impactarían de lleno en los factores que más contribuyen al aumento de la productividad: "es condición necesaria un marco regulatorio e institucional que proporcione estabilidad y certidumbre, con especial atención a la protección del principio de libertad de empresa y a una fiscalidad que haga atractivo a nuestro país. En este último ámbito, es inapelable reducir la presión fiscal empresarial y sobre el ahorro en España, ya que ambas son considerablemente superiores a la media de la OCDE y de la UE. Por ello se propone adecuar la tributación del Impuesto sobre Sociedades a la capacidad económica real de las empresas considerada interanualmente, reducir las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social y los tipos marginales del IRPF. También se plantea eliminar el Impuesto sobre el Patrimonio y reducir el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones".