Bank of America y JP Morgan Chase, los dos bancos que habrían practicado la 'conservadofobia' en EEUU
Resulta que en abril de 2024, varios fiscales generales de EEUU, liderados por el titular de Kansas, Kris Kobach, denunciaron que Bank of America estaba negando la prestación de servicios y la apertura de cuentas por motivos ideológicos, políticos y religiosos. Concretamente, según la carta remitida por los fiscales al CEO del banco, Brian Moynihan, estarían discriminando a empresas de combustibles fósiles, fabricantes de armas y organizaciones religiosas.
El segundo banco más grande de EEUU se defendió en su día contra estas acusaciones, una defensa que no convenció a Donald Trump, que volvió a la carga durante su intervención telemática en el Foro Davos. “Espero que empiece a abrir su banco a los conservadores”, le dijo Trump a Moynihan, presente en Davos.
Es decir, el presidente de EEUU no se refería únicamente a la política de sostenibilidad de la entidad, sino también al campo ideológico y religioso. “Lo que usted está haciendo está mal”, le espetó Trump, que también criticó al CEO de JP Morgan, James Dimon, también presente en Davos. Por cierto, hemos conocido que Dimon cobrará 39 millones de dólares por su trabajo en 2024, tres millones más que en 2023. La mayor parte del salario es variable (37,5 millones), del que 32,5 millones son en acciones y 5 millones en metálico. El fijo es de sólo 1,5 millones.
Pero volvamos a Trump, que le ha dado un buen revolcón al sector bancario de EEUU y ha puesto en guardia a las entidades europeas, muy comprometidas con la sostenibilidad climática y medioambiental, algo que no tiene visos de cambiar en el corto plazo. Por ejemplo, en Bankinter, el banco que dirige Gloria Ortiz seguirá formando parte de la Alianza Emisiones Cero (Net Zero Banking Alliance), cuyo objetivo es llegar a 2050 con cero emisiones netas de gases invernadero tanto en el impacto directo de la actividad del banco como en las ligadas a las carteras de financiación y de inversión.
No sirve de nada, pero en Europa, que ha abrazado como nadie la histérica religión climática, es imprescindible cumplir con la sostenibilidad y pobre de aquél que no cumpla.