Es verdad que Donald Trump es un empresario, no un banquero, pero no porque le guste la industria y odie la especulación financiera: a él también le gusta especular... cuando es el quien especula. Por eso entró en el tenebroso terreno de las criptomonedas, que constituye, en el siglo XXI, el acabose de la especulación financiera.

El bitcoin se nos presenta como una lucha contra el sistema monetario mundial, cuando no es otra cosa que la creación de un nuevo sistema, en este caso ciego, cuyo valor se rige por las matemáticas, no para cubrir las necesidades básicas de las familias

Eso sí, como la ley de la oferta y de la demanda afecta hasta a los especuladores, resulta que la criptomoneda Trump, el WLF, ha tenido poco éxito: pensaba captar en su arranque 20.000 millones de dólares y se ha quedado en 600. Le esta bien empleado al candidato republicano, por especular.

Al tiempo, en España, Telefónica lanzaba una app para operar en criptomonedas, de nombre TU, casi tan fácil de usar como el Bizum, nos dicen.

Al tiempo, los bancos crean cuentas en cripto para particulares. Todos al bazar bitcoin de la nueva especulación.

A todo esto: ¿Qué se produce con criptomonedas? Nada. ¿En qué favorecen a la sociedad? En nada. Se trata de otro elemento de codicia que no crea nada para el bien común. ¿Pasaría algo si las monedas virtuales desaparecieran? Sí, algo muy bueno, que desparecería otro casino virtual y los euros podrían utilizarse en las empresas, ese ente que produce cosas para el bien común.

Pero ahora vivimos en la sugestión del bitcoin, el reino de la nada. Los alucinógenos también resultan muy atractivos porque nos sacan de una realidad que no nos gusta. Pero créanme: son peligrosos.

Como al Estado el monopolio de la violencia, al sistema monetario le otorgamos el monopolio de la fijación del valor del dinero. Al Estado para que nos proteja, al sistema monetario para que preserve el valor de la propiedad privada

Como al Estado el monopolio de la violencia, al sistema monetario le otorgamos el monopolio de la fijación del valor del dinero. Al Estado para que nos proteja, al sistema monetario para que preserve el valor de la propiedad privada. Hay que hacer que El Estado y el Sistema monetario funcionen con sensatez, no crear Estados ni Sistemas monetarios paralelos, porque, estos, sea un grupo armado con muy nobles principios, o sea el bitcoin que desafía a las estructuras monetarias en vigor, y que rigen el valor de las cosas según una ecuación, no operan para todos sino para unos pocos: operan en la impunidad. Los hombres se pueden malear pero las matemáticas tienen un peligro peor: son ciegas.

El bitcoin se nos presenta como una lucha contra el sistema, cuando no es otra cosa que la creación de un nuevo sistema, en este caso ciego, cuyo valor se rige por las matemáticas, no por las necesidades básicas de las familias.

Curioso: el auge de las criptomonedas coincide con el maligno intento del poder monetario actual por eliminar el dinero físico, garantía de nuestra privacidad

Curioso: el auge de las criptomonedas coincide con el maligno intento del poder monetario actual por eliminar el dinero físico, garantía de nuestra privacidad.

El especulador financiero a veces gana y a veces pierde, pero siempre hace perder algo a todos. Todos se lanzan a operar en bitcoin, pues recuerden que es el reino de la nada. Que tengo que entrar porque otros están ganando: no entren, ya perderán.