Decíamos que hay freno y crisis en el coche eléctrico, pero también se hace patente que la crisis afecta a todo el sector de automoción en su conjunto. Las últimas muestras se pueden ver en el grupo sueco Volvo, cuyo primer accionista es el chino Geely; y en el alemán Volkswagen, el segundo grupo mundial en ventas, tras Toyota.

Ahora Volvo ha anunciado que pisa el freno en la apuesta por los eléctricos porque ya no venderá sólo coches 100% eléctricos para 2030, como planeaba en un principio. De hecho, ha matizado el objetivo para referir que entre el 90% y el 100% de sus ventas serán de vehículos electrificados (es decir, 100% eléctricos e híbridos enchufables), y que el 10% restante serán híbridos suaves (en lo que se incluirían los híbridos convencionales), si fuera necesario.

Volvo también ha ajustado la reducción de emisiones de CO2 por automóvil al 65%-75% en 2030, respecto a 2018. Anteriormente, el objetivo era del 75%, así que el freno en eléctricos y la apuesta también por los híbridos no alterará demasiado su meta de emisiones.

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En paralelo, Volkswagen ha señalado que le faltan pedidos equivalentes a la producción de dos fábricas (unos 500.000 vehículos al año), días después de referir que se plantea, por primera vez en su historia, cerrar plantas en Alemania (lo que conllevará despidos) para reducir costes. El grupo automovilístico alemán, con sede en Wolfsburgo, lo ha referido en una reunión con el comité de empresa y los representantes de los trabajadores, en un contexto de caída de ventas en el país y en especial en la de eléctricos tras las eliminación de las ayudas.

Eso sí, al Gobierno de coalición alemán que lidera Olaf Scholz no le ha hecho ninguna gracia que Volkswagen anuncie posibles cierres de plantas y actuará en su contra si finalmente los hace y también realiza despidos. En el entretanto, el mayor sindicato de Alemania, IG Metall, se ha abierto a negociar la semana laboral de cuatro días para evitar cierres de fábricas...