Carlos Cuerpo, secretario general del Tesoro y Financiación Internacional
Nueva subasta del Tesoro y nueva llamada de atención sobre el futuro cercano de la economía española. Las noticias no son buenas, porque el Tesoro colocó este jueves obligaciones a 10 años (2.790,46 millones de euros) a un interés del 3,562%, inferior al 3,6% y al 3,8% de las letras a seis y doce meses colocadas el martes de esta misma semana.
¿Qué significa esto? Que los inversores se fían menos del corto plazo que del largo. Por eso exigen más por la deuda a corto plazo, porque consideran que hay un riesgo real de crisis en los próximos meses. Es lo que llaman la inversión de la curva de interés. Y es que lo habitual es justo lo contrario: exigir más interés por la deuda a largo plazo ya que la incertidumbre suele ser mayor.
Sólo las obligaciones a 50 años -todos calvos- escaparon de este fenómeno de tal manera que el Tesoro las colocó (1.585,98 millones de euros) a un interés del 3,9%, es decir, escapó por los pelos.
En total, la subasta de este jueves captó 7.000 millones de euros a un interés superior al de la última subasta de este tipo, lo que tampoco es una buena noticia. En realidad, la única buena noticia sería la reducción sistemática de la deuda pública. Mientras eso no suceda, cada subasta supone huir hacia delante. Es como si una familia pidiera un crédito para pagar el crédito anterior, que a su vez pidió para pagar otro anterior y así sucesivamente. Estamos arruinados y no lo queremos admitir.