El descaro de Ignacio S. Galán no tiene límites. A pesar de que sigue acumulando reconocimientos tanto para su persona como para Iberdrola (acaba de ser galardonada ¡por su buen gobierno corporativo! por Word Finance). En la tarde del miércoles 28, al recibir el Premio José Echegaray que otorga El Economista, Galán no tuvo reparos en señalar que “para que las empresas hagan esa labor social de invertir, necesitan seguridad jurídica, políticas energéticas predecibles y marcos regulatorios estables”.

No es la primera vez que el presidente ejecutivo de Iberdrola alude a la seguridad jurídica pero, en realidad, lo que está pidiendo son más subvenciones públicas y mejoresprecios a cambio de invertir 47.000 millones de euros durante los próximos años. ¿Iberdrola sería líder en energía solar y eólica si no fuera por las subvenciones y precios asegurados, con cargo al erario público, que han recibido muchísimos de sus proyectos? No. Además cabe recordar que hace años, cuando su objetivo era la eolica, Galán criticaba mucho a la solar, calificándola de “producto financiero”, pero ahora se le han olvidado esas palabras y hace un gran negocio de las renovables como “producto financiero”, comprando y vendiendo, obteniendo jugosas plusvalías con las que seguir invirtiendo… y volviendo a girar la rueda de ese ‘círculo vicioso’ con el que presumir de verde, por supuesto.

También hay que referir que Iberdrola es el rey de la hidroeléctrica, cuyas concesiones le han salido bastante baratas porque vencieron y fueron renovadas por la Administración a coste cero, aunque desde hace poco más de un año, el PSOE recuperara el canon hidroeléctrico en la Ley de Aguas. Y por si esto no bastara, ahora Galán se ofrece a extender la vida útil de las nucleares, pese a que fue quien más presionó para cerrarlas.

Es cierto que en sus muchos reclamos de seguridad jurídica tiene algo de razón, porque con Teresa Ribera el sector energético afronta un exceso regulatorio sin precedentes. Por eso sería más correcto que solicitara “políticas energéticas predecibles y marcos regulatorios estables”, una tarea que en los últimos meses ha dejado en manos, no del CEO de Iberdrola, Armando Martínez, a quien cuesta ver en actos públicos, sino en las del CEO de Iberdrola España, Mario Ruiz-Tagle

Galán señaló que “cualquier proyecto empresarial debe basarse en valores como la ética, la honestidad, la lealtad o el espíritu de equipo. Y también en la búsqueda de la competitividad, la innovación y la eficiencia”. Unos valores que “heredé de mi antecesor, Íñigo de Oriol

Claro que también aludió a la seguridad jurídica, el presidente de la Editorial Ecoprensa (y por tanto, editor de El Economista), Gregorio Peña, quien ensalzó a Galán (V Premio José Echegaray, tras los entregados en anteriores ediciones a Luis de Guindos, José Manuel Campa, César Alierta y Pablo Hernández de Cos), que da nombre el galardón. Peña subrayó que “si Echegaray y Galán hubieran sido contemporáneos, hubieran colaborado entre ellos y contribuido al crecimiento de nuestro país”, añadiendo que ambos defendían “leyes cuyo principio denominador fuera la seguridad jurídica”. Y vuelta la burra al trigo.

Por último, relatar que Galán señaló que “el núcleo de toda actividad económica son las personas”, y por eso consideró que “cualquier proyecto empresarial debe basarse en valores como la ética, la honestidad, la lealtad o el espíritu de equipo. Y también en la búsqueda de la competitividad, la innovación y la eficiencia”. Unos valores que “heredé de mi antecesor, Íñigo de Oriol”. Puede ser, pero desde que entró en Iberdrola. Galán solo tuvo un empeño: el liquidar al hombre que le llevó allí, a ïñigo Oriol. No tardó mucho en conseguirlo.

Por si fuera poco jabón, Galán también recibió elogios, en demasía, por parte de Antonio Garamendi. Natural, el presidente de la CEOE le debe el cargo