The Walt Disney Company acumula una depreciación bursátil del 26% en el último lustro y del 13,7% en los últimos seis meses. En todo esto ha influido -y mucho- el empeño por la ideología ultra-progresista y woke del CEO, Bob Iger (73 años), la falta de ideas y lo difícil que está siendo lograr rentabilidad en el negocio del streaming. Sin embargo, Iger no será relevado hasta 2026: en concreto, a principios de ese año, la factoría de Mickey Mouse espera anunciar el nombre de su sucesor, pues su contrato acaba en diciembre de dicho año.

Con el fin de lograrlo, ahora el gigante de ocio y entretenimiento ha fichado como presidente no ejecutivo a un banquero de inversión: se trata del empresario y financiero australiano-estadounidense James Patrick Gorman (66 años), quien el próximo 31 de diciembre dejará de ser presidente ejecutivo de Morgan Stanley. Antes que en dicho banco de inversión, Gorman trabajó en el despacho de abogados Philips Fox and Masel, la consultora Mc Kinsey & Co y en el banco de inversión Merrill Lynch, e incluso fue director del Banco de la Reserva Federal de Nueva York y presidente del Consejo Asesor Federal de la Junta de la Reserva Federal (la Fed) de EEUU. En Morgan Stanley entró en 2006 y ha desempeñado distintos cargos, llegando a CEO (entre enero de 2010 y diciembre de 2023) y a presidente ejecutivo (desde enero de 2012, cuando se jubiló John J. Mack), y esta última silla la dejará el 31 de diciembre.

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Gorman no es un desconocido en Disney, donde es uno de los consejeros desde este año... y no uno cualquiera, pues preside el Comité de Planificación de la Sucesión, del que también forman parte: Mary T. Barra, presidenta y CEO del grupo automovilístico General Motors; Calvin R. McDonald, CEO de empresa de ropa deportiva Lululemon Athletica, y Mark G. Parker, presidente ejecutivo de Nike. Este último compatibiliza dicho cargo con el de presidente no ejecutivo de Disney desde abril de 2023, cuando sustituyó a Susan E. Arnold, que fue la primera presidenta de Disney y lesbiana... pero sólo duro un año y tres meses en el puesto. Pero Parker no ha logrado cumplir con toda la tarea que se le encomendó (buscar al sucesor de Iger y ‘luchar’ con el crítico inversor Nelson Peltz), pues sólo ha conseguido librarse de Peltz, el accionista que más se quejaba de la deriva progre e inclusiva, que dedicidió dejar de serlo el pasado mayo... Así, el 21 de octubre, justo cuando Parker celebraba su 69 cumpleaños, Disney le ‘regalaba’ el anuncio de que será relevado como presidente no ejecutivo el próximo 2 de enero por parte de Gorman. “James Gorman es un líder estimado que se ha convertido en una voz invaluable en el Consejo de Disney desde que se incorporó a principios de este año, y esto sumamente complacido de que haya aceptado asumir el rol de presidente tras mi partido”, ha referido Parker en un comunicado. “Con su vasta experiencia, James está guiando con pericia el extenso proceso de búsqueda de un nuevo director ejecutivo, que sigue siendo una prioridad principal para el Consejo”, ha añadido.

El 21 de octubre, justo cuando mark Parker celebraba su 69 cumpleaños, Disney le ‘regalaba’ el anuncio de que será relevado como presidente no ejecutivo el próximo 2 de enero por parte de James Gorman

Volvamos a Iger. Este empresario estadounidense empezó a trabajar en los medios de comunicación en 1972, dos años después se incorporaría a la cadena de televisión ABC, en la que fue escalando puestos hasta llegar a presidente y director de operaciones de su matriz (Capital Cities/ABC) en 1994. Esta última fue comprada un año después por Disney, donde Iger fue ganando relevancia, hasta llegar a director de operaciones el 24 de enero de 2000, el segundo ejecutivo tras Michael Eisner, que era presidente y CEO. Años más tarde, en 2005, los consejeros Roy E. Disney y Stanley Gold iniciaron una campaña contra Eisner llamada ‘Salvemos Disney’ y empezaron a buscar un nuevo CEO, cargo para el que eligieron a Iger. Con este al frente de la factoría de Mickey Mouse como CEO y también como presidente, ha habido grandes operaciones (las compras de Pixar, Marvel, Lucasfilm y la fusión con 21st Century Fox), que ha costado asimilar, especialmente la última. El 25 de febrero de 2020 se anunció la retirada de Iger y el nombramiento de Bob Chapek como CEO, aunque Iger mantendría la presidencia hasta diciembre de 2021. Sin embargo, los malos resultados, demasiadas polémicas y el enfrentamiento con el gobernador del estado de Florida, Ron DeSantis, llevaron a rescatar a Iger, que relevó a Chapek como primer ejecutivo el 20 de noviembre de 2022, en un principio, por dos años, pero su mandato se ha acabado prorrogando hasta diciembre de 2026.

¿El motivo? Disney es lo que es hoy, en gran parte por Iger, pero en cuestión de contenidos la cosa no va bien: la mayoría han dejado de ser una propuesta inocente y se han convertido en adoctrinamiento de niños (o “corrupción de menores”, según el líder de Vox, Santiago Abascal). Un adoctrinamiento siguiendo los postulados del Nuevo Orden Mundial (NOM), que se resumen principalmente en ideología de género (feminismo, homosexualismo... y ahora también el tema trans y de los no binarios) y ateísmo (mucho panteísmo, nada de Dios, negación de lo espiritual,... e incluso normalización del satanismo). Tanto con Chapek como con la vuelta de Iger ha quedado claro que hay una agenda LGTBI en contenidos (como se vio, entre otros en Mundo extraño y en la polémica Lightyear, y normalmente sin mucho éxito en taquilla) y también que se han apuntado al último meneo ideológico progre (el denominado woke -despertar- contra el que tanto carga Elon Musk). Entre los ejemplos donde se puede ver la deriva ideológica y adoctrinadora de la factoría de Mickey Mouse, están: Frozen 1, donde se prohibió la palabra Dios; en la película biográfica Tolkien se marginó el catolicismo del autor de El hobbitEl Señor de los Anillos y El Silmarillion; en otras producciones se ha dado protagonismo al demonio); y además de adoctrinamiento woke, cuya penúltima muestra se ha visto en los jedis negros y brujas lesbianas que se auto-inseminan en The Acolyte... y que no han gustado nada a los fans de Star Wars; también hay necedad, como en la nueva Blancanieves donde los enanitos han sido creados por ordenador… para no ofender.

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Y ojo, porque The Acolyte ha sido muy cara (un presupuesto de 180 millones de dólares, unos 163 millones de euros), pero ha fracasado en espectadores por el empeño progre-woke. Esta serie del universo de la famosa saga La Guerra de las Galaxias decepcionó a los fans de la misma al incluir jedis negros y brujas lesbianas que se auto-inseminan. Todo esto contrasta con las palabras del CEO de Disney, Bob Iger, en el evento D23, cuando refirió que “el mundo necesita entretenimiento ahora más que nunca y nos tomamos muy en serio esa responsabilidad”. Sin embargo, les faltan ideas: tienen poco contenido original y demasiadas secuelas de películas tanto en versión animada como en versión humana... e incluso sobre algunos personajes (acaba de anunciar que hará una sobre el Príncipe Encantador de Cenicienta, tras las de Cruella, Campanilla, etc.), y sigue estirando la saga de Star Wars,... y es que ahora no sólo deben alimentar salas de cines sino también las plataformas de streaming, un negocio donde cada vez hay más competencia y también un oligopolio creciente. Además, junto al adoctrinamiento de niños, Disney fomenta la cultura de la muerte al defender el aborto (incluso paga los gastos de viaje de las empleadas que decidan asesinar a los bebés que crecen en sus vientres) y también redujo los beneficios por paternidad