Ocurrió en la misma jornada, el miércoles 9 de octubre. En la petrolera Repsol, su presidente Antonio Brufau, el CEO Josu Jon Imaz y el ministro de Industria, Jordi Hereu, defendían la necesidad de reindustrializar Europa, siguiendo las directrices de don Mario Draghi. 

Esa es la prioridad. Por tanto, la transición climática debe ser lenta y ordenada, con el petróleo y el gas hay que contar, para ser exactos, hay que contar con todo tipo de energías. 

A la misma hora, en Iberdrola -concretamente en el ICAI de los jesuitas-, centro en el que estudió y del que se ha convertido en el principal patrocinador, Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, defendió la electrificación del España, de Europa y del mundo mundial, pero, curiosamente, se trataba de una electrificación que coincide con el mix de Iberdrola: hidráulica, eólica y solar.

Sí, ya sé que Iberdrola es también nuclear pero Ignacio Sánchez Galán se ha convertido al cambio climático con furor de catecúmeno. La nuclear es casi renovable y más intensiva que ninguna renovable, pero Iberdrola sólo piensa en el bien del planeta, naturalmente, en cerrar sus reactores nucleares... y en negociar una generosa indemnización del Estado por ello.

La religión climática contradice el mandato bíblico de 'henchid la tierra y sometedla'. Al final, el tejido industrial sigue siendo la clave de una economía

En cualquier caso, asistimos al duelo entre Iberdrola y Repsol, ambas intentando convertirse en el gigante energético español. Sí, ya sé que la bolsa ama cinco veces más a Iberdrola que a Repsol, pero recuerden que los mercados están compuestos por señores que trabajan por consenso: se equivocan todos juntos, una y otra vez, en la misma dirección. 

En cualquier caso, Iberdrola opera en un mercado hiperregulado, donde Galán lo ha hecho muy bien, mientras que Repsol opera tanto en mercados regulados como no regulados. La industria puede tener menos margen, pero es más estable. Y, sobre todo, tal industria no depende de la tecnología sino la tecnología de la industria. Dicho de otro modo: lo industrial dura más que lo eléctrico.

Por último, Ignacio Galán con su pretensión de electrificar el mundo ha contribuido a la religión climática, esa doctrina que, a su vez, contradice la doctrina de "henchid la tierra y sometedla".