EDP abandonará la producción de carbón en 2025
En España, Energías de Portugal (EDP) ha ido comprando empresas consolidadas, como Hidrocantábrico o Viesgo y, al final, ha terminado como un conjunto de retales. Si esa fuera la situación de su filial española podríamos dejarlo pasar, pero tal parece que podemos ampliar la imagen a todo el Grupo. España es la viva imagen de un consolidado que parece hecho para ser vendido, naturalmente jamás a una empresa española (recuerden Aljubarrota), pero sí a un chino, por ejemplo, a pesar de que Bruselas les cortocircuitó esa opción y de que fracasó la opa de los chinos de Tres Gargantas -China Three Gorges (CTG)- en la primavera de 2019. De hecho, CTG sigue siendo su primer accionista: controla en 19,03% del capital de EDP.
Resultados de los nueve primeros meses del ejercicio: el beneficio de los nueve primeros meses del año supera los 500 millones de euros y crece más del 20%, mucho más de lo que lo hacía en el primer semestre. Sí, pero los ingresos por clientes se estancan y las renovables incluso se inclinan la baja. De hecho, la filial verde (EDP Renovables -EDPR-) ha reducido su beneficio a la mitad (-54%) hasta septiembre, situándolo en 148 millones, a pesar de la fuerte subida de los precios de la energía.
Al final, el Ebitda cae hasta los 2.500 millones, con un descenso en el resultado de explotación respecto a 2020 que camina hacia el 5% y que, desde luego, no era lo esperado.
La eléctrica portuguesa, con filial de renovables y afincada en España, avanza por inercia: falta estrategia
Así, no es de extrañar que caiga en bolsa por encima del 1%... tras una caída mucho más acelerada en la jornada anterior con un derrumbe del 4,8%.
En resumen, una empresa que parece estar en venta, sin rumbo fijo, necesita de una estrategia. La obsesión portuguesa por no vendérsela a Iberdrola degeneró luego en una posible venta a Tres Gargantas, que como ya he dicho, Bruselas prohibió: no quiere a los chinos en un sector estratégico. Al final, no se sabe en manos de quién acabará EDP, pero forzar el dividendo sin tener una meta clara, no parece una buena idea. Recuerden a Séneca: “Ningún viento resulta favorable para el navegante que no sabe a qué puerto se encamina”. EDP no parece tener claro el rumbo.
Y las renovables, no son la solución. Recuerden, también, que “lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo otorga”. Bueno, en este caso, Coimbra.
¿Quo vadis, EDP?