Donald Trump no anunció desde la Casa Blanca, esta madrugada del jueves 3 de abril, la "independencia económica de los Estados Unidos". Eso tan sólo es la propaganda que el presidente estadounidense necesariamente tiene que añadir a su cocido si pretende mantener su promesa electoral de "América primero".
Además, Estados Unidos no ha roto las reglas del comercio mundial. Lo que ha impuesto es reciprocidad, primero porque USA es el país con menos aranceles del mundo y, también, porque los aranceles no son la única traba al librecambismo. Mucho más importante resulta la utilización del sector público para introducir el ventajismo en el comercio mundial. Por ejemplo, utilizando las subvenciones públicas.
Lo mejor: el proteccionismo económico de Donald Trump promueve una apuesta por lo pequeño frente a lo grande, una batalla ideológica mucho más importante que la de lo público frente a lo privado... y, de paso, mete en vereda al mayor tramposo del comercio mundial: China
En este sentido, tiene gracia que sea China, el mayor ventajista del comercio mundial, el principal colonizador económico del Siglo XXI, el que más sucio juega en todo el planeta, el que proteste airado contra las medidas de Trump que, obviamente, ha sido más duro con el más tramposo: Pekín.
Lo que Trump implanta es un arancel universal del 10% y, a partir del miércoles 9, los llamados aranceles recíprocos, que pueden ir desde una media del 20% para Europa a otra del 34% para China.
TRUMP comienza la guerra comercial contra China y la UE, imponiendo tarifas recíprocos con descuento: “Pensamos en la UE de manera muy amistosa pero nos han estafado, es patético. El 39% nos han cobrado, les vamos a cobrar el 20%”. pic.twitter.com/QxzXScsXPh
— Sr.Liberal (@SrLiberal) April 2, 2025
Trump no desequilibra nada. Al contrario, restaura el equilibrio perdido por un librecambismo asimétrico, aunque nuestros voceros televisivos, insistan en asegurar lo contrario.
¿Y es justo? Sí, lo es, por cuanto, al parecer nuestros telediarios siempre olvidan que el país con menos aranceles de entrada a los productos del exterior es Estados Unidos. Trump no ha hecho otra cosa que aplicar a los demás lo que los demás hacemos con él.
Trump ha puesto en solfa, menos mal que alguien lo ha hecho, 70 años de 'librecambismo de Estado', que no han traído más justicia social sino el maléfico modelo chino de "un país, dos sistemas": lo peor del capitalismo monopolístico y lo peor del socialismo liberticida
Por tanto, el rasgado de vestiduras sobra. Lo único cierto es que el mundo jugará ahora con esta reglas: un 10% de arancel universal y una panoplia de aranceles recíprocos: tanto me impones, tanto te impongo. Y no sólo en aranceles sino, asegura Trump, aunque eso es casi imposible de medir con rigor, en subvenciones públicas.
Lo mejor de todo lo anterior es que el proteccionismo económico de Donald Trump promueve una apuesta por lo pequeño frente a lo grande, una batalla ideológica mucho más importante que la de lo público frente a lo privado... y, de paso, mete en vereda al mayor tramposo del comercio mundial: China.
El mundo contemporáneo no es una batalla entre capitalismo y socialismo, sino entre las familias contra las grandes corporaciones y contra el Estado (que siempre es malo, no porque sea público, sino porque es enorme), entre la persona y el sistema económico, entre la pyme y la multinacional... es decir, la batalla entre lo pequeño y lo grande, entre las pequeñas propiedades y las grandes, sean públicas o privadas.
El problema es que, con sus aranceles, Trump no ayuda a la resurrección de un bloque occidental unido, la civilización cristiana, formada por Europa y América, frente al totalitarismo cristianófobo oriental, capitaneado por China, India y el mundo islámico
Por eso, el liberalismo consiste en la defensa de la pequeña propiedad privada, no de los mercados privados ni de la empresa privada. Esto último, es capitalismo.
Trump ha puesto en solfa, menos mal que alguien lo ha hecho, 70 años de 'librecambismo de Estado', que no han traído más justicia social sino el maléfico modelo chino de "un país, dos sistemas": lo peor del capitalismo monopolístico y lo peor del socialismo liberticida.
¿Algo malo en la decisión de Donald Rrump? Sí y, además, importante. El problema es que, con sus aranceles, Trump no ayuda a la resurrección de un bloque occidental unido, la civilización cristiana, formado por Europa y América, frente al totalitarismo cristianófobo oriental, capitaneado por China, India y el mundo islámico, que no deja de expandirse por Asia y por África sometida hoy a una explotación occidental que concierte en una maravilla, digna de nostalgia, el proceso colonial europeo del siglo XIX... que ya es decir.
De Trump se espera algo más que un nuevo modelo económico: se espera que resucite la civilización cristiana hoy degenerada y mortecina, especialmente en su cuna: Europa.