Poco después del nombramiento de José Luis Escrivá como gobernador del Banco de España, Alejandro Álvarez, hasta entonces director general de Servicios y Personal, presentó su renuncia, a la que ahora se suma la del director general de Estabilidad Financiera, Regulación y Resolución, Ángel Estrada, adelantada por El Mundo.

Dos salidas muy significativas tras las que el Banco de España ha publicado este viernes “tres expresiones de interés para la selección de un director general y dos directores generales adjuntos”. Hay que reemplazar a Estrada, fichar a alguien para la nueva Dirección General Adjunta de Estabilidad Financiera y nombrar a un nuevo director general adjunto de Supervisión.

Tres altos cargos que siempre se han cubierto gracias a ascensos dentro del cuerpo de funcionarios del Banco de España. Ahora, sin embargo, y por primera vez en la historia de la institución, se echa mano de este procedimiento -“expresiones de interés”- al que se puede presentar cualquier profesional que cumpla el perfil requerido.

En el comunicado, el BdE hace hincapié en que este procedimiento es “habitual” en instituciones internacionales, pero no en España ni en el BdE, donde lo habitual es la promoción interna. En otras palabras, la llegada de Escrivá ha puesto patas arriba el palacio de Cibeles, donde se está viviendo lo mismo que se vivió en el Ministerio de Seguridad Social con Escrivá: ningún abogado del estado quería trabajar con él.

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Por cierto, si hay algo que molesta a los inspectores del BdE -un cuerpo funcionarial muy peculiar que se cabreó cuando quisieron ‘mamparizar’ el BdE en lugar de poner despachos- son los fichajes externos. Una anécdota muy ilustrativa: hace años, uno de los inspectores anunció que se iba a ordenar sacerdote, a lo que un compañero, durante la cena de despedida, le espetó, muy serio: a ti te tendrían que hacer directamente obispo. ¡Qué menos para un inspector del Banco de España!