No conviene comentar ni concluir, basta con poner sobre el tapete las mentiras del Sanchismo sobre una economía española que ellos dicen que va bien y lo cierto es que va fatal, una economía que sobrevive gracias a un aumento de los impuestos de la sangrada clase media con los que se financia un régimen de subvenciones alimenta-vagos, al tiempo que nos endeudamos para pagar unas pensiones cuya viabilidad resulta sencillamente imposible.

Ahora bien, mejor enumerar las mentiras del Ejecutivo y que cada cual extraiga unas conclusiones tirando a obvias. Centrémonos en el desempleo.

En primer lugar, el Gobierno se fija en la creación de empleo pero no en que somos el país con más paro de toda la Unión Europea (27 miembros) y de toda la OCDE (38 miembros). Al parecer, en todo Occidente todos -he dicho todos los paíeses- son capaces de crear más empleo que en España, por lo que la semisuma les sale mejor.

Este es el mayor embuste de la gran mentira oficial sobre el paro, es la gran mentira, pero hay muchas más: casi la mitad de los sempleos que se crea en España son de funcionarios, mientras la desindustrialización se acelera durante el lustro de Pedro Sánchez como presidente. Moncloa, habla, precisamente, de la reindustrialización de España gracias a los fondos europeos. Y si no hay industria, no hay empleo bien pagado. Los empleos públicos pueden ser necesarios o no, pero son menos productivos. Y, en cualquier caso, los empleos privados que se crean en España son en hostelería, mensajería y servicio doméstico, los peor pagados de todos.

Pero es que encima, tercera mentira, el Gobierno Sánchez no está creando empleo, lo que está es repartiendo el poco empleo existente. Así, muchos de los nuevos contratados no son sino personas que, por trabajar a media jornada, o por sus sueldos pequeños, necesitan dos empleos… ergo cuentan como dos empleados, aunque se trate de la misma persona. Y así, el empleo del que presume Sánchez crece mientras las horas trabajadas decrecen.

Añadan a lo anterior la gran mentira ‘made in’ Yolanda Díaz: los fijos discontinuos de su desastrosa reforma laboral: gente que está en el paro pero cuentan como empleados, dado que alternan su condición de parados (pagados con subsidios públicos) con la de empleados temporales. Y claro, como oficialmente no son parados, Sánchez y Díaz nos engañan, hablando de empleos de mayor calidad. Y se quedan tan anchos.

Es decir, cumplen el primer mandamiento del Sanchismo, que pregona, no la creación de riqueza sino el reparto de la miseria.

Y claro que no estalla la revolución social: en la España de Sánchez todo el mundo vive pendiente de recibir la paga pública, con la que se malvive y más que vivir se sobrevive y donde el pesimismo nacional ha alcanzado tal dimensión que nos vale con ir tirando.

Ojo y todo ello al coste de endeudar a la siguiente generación. Pero de humedades hablaremos en otra ocasión.

Es la gran mentira del Sanchismo: las cosas van mal, desgraciadamente muy mal, al menos en empleo, pero Sánchez y Díaz aseguran que van muy bien, gracias a ellos, y aquel que lo niegue no es más que un fachas de lo más antidemocrático.