Esta semana se ha podido ver un nuevo invento del Sanchismo, que impulsa todo lo que sea progre, y entre esto se encuentra lo verde, naturalmente. Ahora la ecológica Teresa Ribera ya advierte de ‘genocidio’ climático… y así se titulaba la conversación sobre sostenibilidad y energía que ha mantenido en la II edición de las Jornadas Metafuturo, organizadas por Atresmedia.

Recuerden que todo lo verde es caro… y que ecología rima mucho con carestía, pero no tanto con economía. De hecho, hasta Larry Fink, presidente y CEO del fondo BlackRock, ha dado un giro y ha pasado de ser uno de los primeros discípulos de la ecología a referir que lo del medio ambiente está muy bien, pero primero hay que ser rentable, por tanto, se puede considerar que la ecología suele ser enemiga de la economía. Además, Fink ha dado con una clave al señalar que la verdadera causa de la inflación que vivimos es el colapso productivo. Por tanto, no hay que producir menos energía para ser más ecológico, sino producir más con todas las fuentes de energía disponibles y usando mecanismos para capturar el CO2 que se emita o utilizarlo como materia prima en la elaboración de plásticos y combustibles, por ejemplo.

Hasta Larry Fink (BlackRock) ha dado un giro y ha pasado de ser uno de los primeros discípulos de la ecología a referir que lo del medio ambiente está muy bien, pero primero hay que ser rentable; y además, señala que la verdadera causa de la inflación es el colapso productivo... por tanto, no hay que producir menos sino más

Entre las últimas muestras de que todo lo verde es caro está el hecho de que la eólica marina y el hidrógeno verde, dos ‘grandes’ negocios del gusto de Ribera, no son rentables y sus costes se han disparado… Esto ha llevado a que algunas empresas (entre ellas, Iberdrola) hayan pisado el freno y otras no se atrevan aún a invertir grandes cantidades de dinero.

También supone una muestra el hecho de que la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (ahora en funciones) ha pedido que “las empresas privadas con más recursos ayuden a las necesidades financieras de los países más vulnerables. No se soluciona solo con dinero público. Tiene que haber una implicación real de sector privado”. Una petición a las empresas privadas, y entre ellas cita a las que se dedican a los combustibles fósiles (¡qué casualidad!) de una ayuda que “se puede hacer con un impuesto, pero podrían hacerlo por ellos mismos invirtiendo parte de su beneficio en desarrollo”.

“Quien contribuye al problema debe contribuir a la solución. Y que contribuye al problema hasta ahora se ha identificado como los países que contribuyen al problema. Pero no olvidemos que hay un acumulado histórico muy importante de contribución al problema vinculado a las energías fósiles. Y en gran medida ese conjunto de empresas vinculadas a los combustibles fósiles y los inversores que hay detrás han crecido mucho. De hecho, son probablemente algunas de las empresas con más recursos disponibles”, ha señalado Ribera. ¡Preparénse las petroleras (Repsol, Cepsa, Galp, BP, TotalEnergies, Eni, Equinor, Chevron, ExxonMobil, etc.) y otras muchas energéticas que aún tienen negocios en combustibles fósiles (Naturgy, Endesa -y su propietaria, Enel-, Iberdrola, Enagás, Reganosa, EDF...)! “Que contribuyan no solamente a la solución, sino a las necesidades financieras de los países más vulnerables”, ha añadido la vicepresidenta. 

Y ojo, Ribera considera que el mejor titular posible tras la próxima COP28 (la Cumbre del Clima que se celebrará en Dubai y presidirá el CEO de la mayor petrolera de Abu Dabi) es “la desaparición de los combustibles fósiles y el impulso a la agenda de adaptación y financiación entre países”. Todo ello, a pesar de que por mucha histeria climática que haya, Goldman Sachs y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) tienen claro que cada vez se consumirá más petróleo. Además, conviene recordar el tirón de orejas que Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, dio a Ribera y a Greenpeace hace unos meses, cuando defendió que “es ético producir el petróleo y el gas que el mundo necesita”, y más recientemente ha advertido que “el consumidor está pagando cuatro veces en impuestos el coste del CO2” que emite y que “la energía no es clima, no es transición ecológica, es más cosas”. De hecho, hay que preocuparse más de la competitividad y del precio (en relación a este último, los ministros de Energía de la UE acaban de llegar a un acuerdo para la reforma del mercado eléctrico, donde ha quedado patente el prejuicio verde que les atenaza).