Las dos principales criptomonedas -Bitcoin y Ethereum- se han revalorizado un 134% y un 53%, respectivamente, en lo que va de año
En lo que va de 2024 que ahora termina, las dos principales criptomonedas -Bitcoin y Ethereum- se han revalorizado un 134% y un 53%, respectivamente. Un bitcoin equivale a 93.700 euros y un ethereum, a 3.270 euros.
El año entrante 2025 promete emociones fuertes en este campo… para el que esté dispuesto a asumir los elevadísimos riesgos que suponen las criptodivisas. Lo que es seguro es que en España será más sencillo acceder a ellas, gracias a la gran banca (BBVA, Santander y Caixabank) y al pistoletazo de salida que supone la entrada en vigor de MiCA, el reglamento europeo sobre los criptoactivos. Eso sí, no será hasta el 30 de diciembre de 2025 cuando los proveedores de servicios criptos tengan que estar autorizados para seguir operando.
Ante este horizonte inmediato, la CNMV, con buen criterio, ha advertido que el hecho de que estén reguladas -emisión, negociación, oferta y ciertos servicios- no significa que se trate de una inversión libre de riesgos, sino más bien lo contrario. El que invierte sus ahorros en bitcoin debe saber que está corriendo un riesgo extremo y que ha invertido en un activo invisible que depende únicamente de un algoritmo. Ahí es nada.
Desde luego, la victoria de Donald Trump en EEUU ha disparado la expectación y la cotización de las principales criptodivisas. Y es que, tras ganar las pasadas elecciones, Trump aseguró que haría de EEUU la capital cripto del planeta. Ahora bien, el presidente electo se ha topado con el rechazo del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, quien le ha instado a cambiar la legislación. “La Ley de la Reserva Federal establece lo que podemos tener y no estamos buscando cambiar la ley. Eso es algo que tiene que decidir el Congreso, no la FED”, afirmó Powell esta pasada semana.
En definitiva, 2025 podría ser el año del despegue definitivo de las cirptodivisas, lo que no augura nada bueno. En cualquier caso, conviene recordar que el Estado tiene dos poderes principales a los que no puede -ni debe- renunciar: el monopolio de la fuerza y el monopolio de la moneda. Y eso aunque el Gobierno de turno nos parezca el peor del universo. Por ejemplo, el actual.