Ana Botín, presidenta del Santander y Sabina Fluxá, vicepresidenta y CEO del Grupo Iberostar, durante su diálogo en el XXVI Congreso de la Empresa Familiar, en Bilbao
La intervención de Ana Botín en el XXVI Congreso de la Empresa Familiar fue controvertida porque la presidenta del Santander -el banco es patrocinador del Instituto de la Empresa Familiar (IEF)- sacó a relucir su perfil más feminista ante un auditorio mayormente masculino.
Para empezar, Botín aseguró, sin concretar, que existe un impuesto a la familia “que pagan sobre todo las mujeres”. Por eso, abogó por que los hombres “se tomen unos meses cuando tienen familia”. Más feminismo: “Cuando una mujer se postula a un cargo tiene un 120% de cualificación, cuando lo hace un hombre, muchas veces es del 50 o 60%”, afirmó, lo que provocó los murmullos del respetable que, como hemos indicado, era mayoritariamente masculino.
Pero Botín, lejos de matizar sus palabras, argumentó que son estudios científicos y que, además, es algo que sucede en todo el planeta, no sólo en países hispanos como se cree habitualmente. “Es así, aunque a muchos les cueste trabajo creerlo”, zanjó. Y como guinda del pastel, instó a los empresarios allí presentes a confiar y dar más “oportunidades” a sus hijas.
También habló del Santander y aseguró que la verdadera amenaza del banco son los gigantes tecnológicos y no las Fintech: “Mi mayor competidor va a ser Apple”, afirmó. Transformarse ya no es una opción, sino una necesidad, porque los nuevos clientes, según Botín, prefieren los neobancos como Revolut a las entidades tradicionales. “Nos van a sacar (del mercado) si no somos capaces de cambiar”, señaló.
Botín se mostró especialmente dicharachera. Por ejemplo, hablando de la sostenibilidad y de que el banco seguirá financiando las renovables: “José Manuel, puedes estar tranquilo”, señaló dirigiéndose a José Manuel Entrecanales, presidente de Acciona.
¿Quién va a financiar la transición de lo marrón a lo verde? “El sector privado”, afirmó la banquera, con la ayuda inestimable de los bancos, por ejemplo, el Santander. Qué bonita es la ecología… ¡y qué cara!