Siempre aborreceré la eutanasia como ejemplo señero de una de las claves del siglo XXI, el desprecio por el débil y el improductivo... pero reconozco que cuando escucho la propaganda de las clínicas de fecundación in vitro (FIV) siento una cierta tendencia a solicitarla.

La noticia es que el fondo norteamericano KKR, -tenía que ser un fondo, los nuevos amos del mundo, expertos en ética- se ha hecho fuerte en FIV con la compra de la red de clínicas de fecundación en cristal que lleva por nombre GeneralLife, por cerca de 450 millones de euros. Y la segunda parte de las noticias es que el mismo KKR pretende hacerse con el control del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) la mayor maquina FIV de España, con la que sus propietarios pretenden dar el gran pelotazo: 1.500 millones de euros.

No se puede congelar embriones humanos como si fueran langostinos

La fecundación in vitro (FIV) se presenta como una actividad que proporciona vida, cuando lo cierto es que proporciona muerte. En Hispanidad ya explicamos el proceso que, al parecer, pocos quieren contar: esto y no otra cosa es la FIV y conviene releerlo porque no son muchos los que saben de qué hablan cuando hablan de FIV.

Para entendernos: la FIV conlleva, o bien abortos selectivos, una vez implantados los embriones humanos en la mujer o bien diagnósticos pre-implantatorios, a los que no se puede llamar abortos porque no se implantan en en seno materno, se perpetran en laboratorio, pero que supone la eliminación de embriones sobrantes. Es decir, se eliminan seres humanos, al menos para todos aquellos que, fieles en este caso a la ciencia, consideramos que el ser humano comienza a existir desde el momento de la concepción, cuando aparece en el escenario del mundo un código genético individuado, distinto del código genético del padre y de la madre.

Dicho de otra forma, el diagnóstico preimplantatorio, al que se agarran algunos propietarios de Clínicas FIV para asegurar que ellos no abortan, es una 'chuminá' que se aferra a la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS): aborto es la muerte del hijo dentro del seno materno, no fuera.

Llámelo hache: en toda FIV, pre-implantatoria o post-implantatoria, se produce la eliminación de embriones humanos, es decir, de seres humanos.

Esto es, la FIV no es vida, es muerte. Si lo prefieren, acepto una excepción: que, como ocurría en la primera legislación alemana, sólo se permita implantar un solo embrión FIV a la mujer: si el embarazo sigue adelante con ese único embrión, bien; si no, mal.

Ojo, y que no se permita congelar embriones humanos en la nevera, como si fueran sardinas, bien para volver a cobrarle a las parejas que quieran probar de nuevo o bien para utilizar esos embriones como cobayas de laboratorios, (investigación científica, que le dicen). Además, un fallo en la corriente eléctrica que mantiene encendido el frigorífico puede provocar la muerte de esos seres humanos congelados.

Tener hijos no es un derecho: es un don

Sólo aquellos embriones 'sobrantes' (que mal suena eso de embriones humanos 'sobrantes') de la FIV, poquísimos, que se implantan en otra mujer se salvan de la masacre .

La FIV, en definitiva, no es vida, es muerte, Y lo malo es que mientras frente al aborto (ojo, al aborto quirúrgico, no al químico, no al anticonceptivo... que también es potencialmente abortivo y que también pasa inadvertido) aún existe aprensión en esta sociedad moralmente inerte, respecto a la FIV no. En todos los hospitales vemos una división FIV, y pensamos que es algo maravilloso, que da vida. Que no, que no da vida: da muerte. Por cada ser humano nacido de esta concepción sin sexo (ya saben: sexo sin concepción y concepción sin sexo, constituye una de las notas distintivas del siglo XXI) otros muchos mueren o quedan crioconservados en un escenario tétrico que nos negamos a contemplar.

La iglesia condena la FIV porque los hijos tienen que ser fruto del amor y la entrega entre hombre y mujer. Y ni el mismísimo aborto quirúrgico provoca, además, embriones sobrantes.

Pues eso, que el fondo KKR, al que estas cuestiones morales importan bastante poco, ha visto un negocio en la FIV -tiene un margen muy superior a los mataderos de las clínicas abortistas- y está dispuesto a hacerse con todas las clínicas FIV españolas que pueda, también con el Instituto Valenciano de Infertilidad, y los que se lo venden están dispuestos a dar el pelotazo de su vida.

Eso es la FIV, una matadero de embriones humanos (es decir, de seres humanos), perfectamente normalizado, además de un gran negocio.

Por cierto, tener hijos no es un derecho: es un don.

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