Carlos Torres, Félix Bolaños, Miriam González y Josep Oliu
Viernes 3 de mayo. Mañana de puente, en Moncloa no se hablaba de otra cosa que de la entrevista de Miriam González con Carlos Segovia, en El Mundo. La abogada vallisoletana, esposa del que fuera viceprimer ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña, Nick Clegg, se despachaba a gusto con una sentencia que ya había repetido en otros medios. Ojo al dato: "Si yo llego a actuar como Begoña Gómez, se me hubiera echado encima todo el Reino Unido... y con razón". Y se entretenía en los pormenores sobre su caso en Gran Bretaña.
Una bomba de relojería. Todo el esfuerzo de Pedro Sánchez por ilegalizar la menor crítica a a su esposa -e indirectamente a él- con amenazas de censura a la prensa y/o querellas contra periodistas rebeldes puesto en berlina. Todas las amenazas a jueces y plumíferos para ahogar el escándalo y ahora viene una jurista y ex segunda dama del Reino Unido y dice que sí, que hay caso, que lo de doña Begoña no tiene pase, que el bulo es cierto y que los llantos de Pedro son lágrimas de cocodrilo.
Explica la abogada lo vigilada que ella estuvo su carrera profesional mientras su esposo fue el número dos del Ejecutivo. No podía dar un paso sin antes explicarlo, no a sus socios sino al Gobierno de Inglaterra.
La promesa del Gobierno a Torres es que saldrá bien librado del caso Villarejo: ¿Y cómo puede prometer eso si no es el juez? El ministro Félix Bolaños vuelve a resbalar, apoyando una operación que apenas se había iniciado
En este ambiente, es donde el mayor bocazas de Presidencia, es decir el ministro de Presidencia y Justicia del Reino de España, don Félix Bolaños, vuelve a meter la pata y, con la operación apenas incoada, BBVA-Sabadell, más bien la compra del segundo por el primero, asegura que el Gobierno lo ve todo con buenos ojos.
Y esto antes de conocer el plan industrial, las condiciones financieras finales y todo lo demás. Es igual, para don Félix -'El Bolas'- sólo existen los nuestros y los otros. Los nuestros, los buenos, son, mismamente, el banquero del Gobierno, que es Carlos Torres, presidente del BBVA, que debe comerse a quien no es banquero del Gobierno, sino el catalanista moderado Josep Oliu. No lo sé pero deduzco que unos segundos después de tan estupendas declaraciones, Carlos Torres andaría bramando por los pasillos de La Vela.
Porque, naturalmente, el gobierno nunca apoya gratis. La idea de Sánchez, si es que se mantiene en Moncloa tras el escándalo Begoña Gómez, es que el Ejecutivo se siente en el Consejo del BBVA. Le está cogiendo gusto a hacerlo. Pero el temor es que Sánchez caiga, y entonces el PP que nunca le ha tenido mucho cariño a BBVA, le pase factura.
Vamos con el estado de la cuestión: la fusión BBVA-Sabadell se ha convertido en una locura, a lo mejor lo fue desde el primer día. La verdad es que si no se lleva a cabo y hoy viernes parece más difícil que el jueves y éste que el miércoles, Josep Oliu quedará tocado, pero Torres resultará hundido.
El presidente del BBVA no puede tropezar dos veces en la misma piedra sin pagar las consecuencias. Encima, su apuesta no le ha servido ni para librarse del ceo Onur Genç
La pregunta es ¿por qué lo ha hecho Carlos Torres, dispuesto a pagar el cuádruple que hace cuatro años y al estilo McKinsey? Un directivo de BBVA cree que la promesa del Gobierno a Torres es que saldrá bien librado del caso Villarejo: ¿Y cómo puede prometer tal si no es el juez? Parece que están provocando al magistrado Manuel García-Castellón, pero lo cierto es que aún resulta posible que el BBVA SA, persona jurídica pase como imputado al juicio oral. Y eso no será agradable de ver.
Además, el presidente del BBVA no puede tropezar dos veces en la misma piedra sin pagar las consecuencias. Encima, su apuesta no le ha servido ni para librarse del CEO, Onur Genç.
La otra parte, el presidente del Sabadell. Las tres resistencias a la fusión de Pep Oliu: su propio equipo, con Gonzalez-Bueno a la cabeza, la sociedad levantina y el propio mercado, que ni entiende la operación ni admite papelitos, sólo dinero.
Gonzalez-Bueno se encuentra en su apogeo, ha llevado al Sabadell muy arriba pero aÚn no esta en la cumbre. Además, porque tiene que haber estado tan poco tiempo en el banco. Además, el principal problema del BBVA es España -bueno después de Turquía- y si alguien entiende de banca doméstica es González- Bueno y el equipo directivo del Sabadell.
Oliu tampoco se llevará para bienes ni de la Generalitat catalana ni de la valenciana. Tampoco del empresarios de ambas regiones. Porque tiene que ceder su firma de toda la vida a un banco con sede en Bilbao y ya muy de Madrid, donde curiosamente reside el catalán Oliu mientras el madrileño González-Bueno se trasladó a Barcelona.
Las tres resistencias a la fusión de Pep Oliu: su propio equipo, con Gonzalez-Bueno a la cabeza, la sociedad levantina y el propio mercado, que ni entiende la operación ni admite papelitos, sólo dinero
Además, si el Sabadell vale ahora el cuádruple que hacer cuatro años, dentro de un par de años aún valdrá mas. Por ejemplo, habrá recuperado su valor en libros.
Y tampoco al mercado le gusta la operación. Sí, el BBVA ofrece buena prima pero demasiado papelito. No quiere usted, comprar y mandar: pues pague en dinero contante y sonante.
Cuidado. Pep Oliú se juega su prestigio pero Carlos Torres se juega mucho más: se juega el cargo.