Ignacio S. Galán ha convertido las renovables en un mercado financiero... y eso que era lo que criticaba de estas energías hace poco más de una década
Ignacio S. Galán ha convertido las energías renovables en un producto -y en un mercado- financiero. Esto se puede ver en varias muestras y entre ellas, la última es la puja que ha abierto sobre el 49% de una cartera de activos renovables que Iberdrola tiene en España: entre los pujadores están ArcelorMittal, que ha presentado una oferta junto al fondo de inversión danés Copenhagen Infraestructure Partners (CIP), según Cinco Días; pero también el fondo noruego de pensiones (Norges Bank) y un tercer pujador del que aún no se sabe el nombre.
Ahora el presidente de Iberdrola sólo trabaja con negocios inmaduros, invirtiendo grandes cantidades de dinero y con ayuda de subvenciones públicas, hasta que se convierten en negocios maduros y rentables por sí mismos. En ese momento opta por venderlos o abrirlos a socios, es decir, dar un cierto ‘pelotazo’, un movimiento que también le sirve para financiar nuevas inversiones y por tanto su crecimiento. Y es que, en su plan estratégico para el periodo 2023-2025, Iberdrola recoge unas inversiones de 47.000 millones hasta 2025, de las que el 47% se destinarán a EEUU y sólo un 13% a España, lo que refleja que Iberdrola quiere ser más norteamericana que española porque allí hay más seguridad jurídica. Además, no se puede perder de vista que últimamente la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, se está ‘luciendo’ con las renovables.
En 2010, Galán advertía que si no se quería “incrementar sustancialmente el precio de la electricidad, es necesario demorar el crecimiento de las tecnologías más inmaduras: la termosolar y la fotovoltaica, que además aportan poca energía”, y también se refería a la tecnología solar como un “producto financiero”
Al hilo de la conversión de las renovables en un mercado financiero, conviene hacer un recorrido por algunas declaraciones de Galán para ver su cambio de postura, pues en un principio consideraba que trabajar con renovables era una operación financiera que se traducía en invertir usando subvenciones públicas y luego vender esos activos... dando un ‘pelotazo’. En 2010, advertía que si no se quería “incrementar sustancialmente el precio de la electricidad, es necesario demorar el crecimiento de las tecnologías más inmaduras: la termosolar y la fotovoltaica, que además aportan poca energía”, y también se refería a la tecnología solar como un “producto financiero”, o sea, especulativo. Más tarde, en octubre de 2013, decía que “las termosolares y fotovoltaicas cuestan 5.000 millones en primas y sólo suponen el 5% de la producción de energía”. En esa ocasión aludía a las generosas ayudas que concedía en masa José Luis Rodríguez Zapatero y que dispararon el déficit de tarifa a casi 30.000 millones, el cual aún tardaremos años en liquidar (en 2021 cerró en 12.182 millones) y encima al ser una deuda financiera hay que abonar también los intereses.
En noviembre de 2016, el presidente de Iberdrola criticó que el desarrollo fotovoltaico ha sido demasiado rápido y caro, añadiendo que “nos enfrentamos al riesgo de que esta burbuja se repita con la termosolar, una tecnología que hoy todavía es más costosa de lo que era la fotovoltaica y que se podría convertir en un producto financiero”. Pero todas estas declaraciones parece que hace tiempo que han quedado atrás, porque Galán se ha convertido en seguidor de todas las renovables: así en marzo de 2019 llegó a referirse a la energía solar como sustituta de la central nuclear de Almaraz. Nadie duda de que Galán es un genio, está ejerciendo una buena gestión y ha convertido Iberdrola en un éxito, pero ojo, se trata de un éxito de monoproducto (sólo le gustan las energías verdes -solar, eólica e hidráulica-, y ha ido prescindiendo de sus planes en gas y ciclo combinado, y también de su potencia nuclear -cerrará sus reactores españoles-), pero en estos momentos son muchos los analistas que creen que lo mejor en el sector energético es diversificar la generación de energía.
El gigante siderúrgico que controla la familia india Mittal no puja en solitario, algo que no es baladí teniendo en cuenta el pinchazo de sus últimos resultados (el ebitda bajó un 10%), sino que lo hace de la mano del fondo CIP, que tiene mucha más experiencia e inversiones en el sector
Galán puede haber cambiado de postura respecto a las energías renovables que antes consideraba un “producto financiero”, pero es un hecho la burbuja especulativa con las renovables que hay en España y hasta el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha advertido de “burbujas verdes”. Una burbuja que sigue creciendo y es doble: por un lado, muchas empresas del sector cotizan en bolsa con sonoras alzas y caídas, y por otro, hay operaciones de compra y venta donde aparecen fondos de inversión, energéticas extranjeras y hasta empresas de otros sectores.
En este último caso se puede encuadrar la oferta de ArcelorMittal por parte de las renovables españolas de Iberdrola: en concreto, por el 49% de una cartera que abarca 1.250 megavatios (MW) renovables -150 MW eólicos y 1.100 MW fotovoltaicos- y está valorada en unos 1.200 millones. Claro que el gigante siderúrgico y líder mundial que controla la familia india Mittal no puja en solitario, algo que no es baladí teniendo en cuenta el pinchazo de sus últimos resultados (el ebitda bajó un 10%), sino que lo hace de la mano del fondo CIP, que tiene mucha más experiencia e inversiones en el sector energético. Y ojo, en dicha puja compite con Norges Bank y con un tercero del que aún no se ha desvelado el nombre.
Todo esto se conoce al tiempo que el hecho de que Goldman Sachs se ha convertido en segundo accionista de la eléctrica, por detrás del fondo soberano de Catar (QIA) y por delante de BlackRock y Norges Bank. La entidad norteamericana también ha elevado sus posiciones en BBVA y Banco Santander y ante los tres movimientos cabe preguntarse si estará anticipándose a una crisis de deuda. Además, Iberdrola, al igual que otras energéticas, ha empezado a traspasar el 49% de algunos activos: por ejemplo, del parque eólico marino Wikinger al fondo Energy Infrastructure Partners (EIP), y quiere hacer lo mismo con los de Baltic Eagle y East Anglia III.