Francisco J. Riberas, presidente ejecutivo de Gestamp, refiere que los resultados “reflejan el momento incierto y volátil que está atravesando el sector y la ralentización en la transición al vehículo eléctrico, generando un escenario de inestabilidad” / Foto: Pablo Moreno
Gestamp sí nota la crisis mundial que vive la automoción, no como CIE Automotive, a la luz de sus últimos resultados. Este miércoles, su cotización cae un 6,5% y acumula ya una depreciación del 29% este año, por lo que a los inversores no les ha gustado la rebaja de previsiones anuales... y puede que tampoco la victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU, meses después de haber empezado a ver los frutos del ‘Plan Phoenix’ que puso en marcha para elevar la rentabilidad de las plantas norteamericanas.
El fabricante de componentes metálicos para el automóvil ha dado un disgusto a su principal accionista (la familia Riberas, a través del holding Acek Desarrollo y Gestión Industrial, es dueña del 74,173%) en los resultados de los nueve primeros meses. Estos no han sido buenos, con descensos en la mayoría de magnitudes financieras e incremento de la deuda, fundamentalmente por la bajada del volumen de producción de vehículos ligeros y el impacto negativo de las divisas. Por todo ello, y para adecuarse al momento actual, ha rebajado su previsión anual de margen de resultado bruto de explotación (ebitda), que será inferior al de 2023, pero se situará por encima del mercado a dígito simple bajo. Eso sí, espera generar un flujo libre de caja positivo y mantener el nivel de apalancamiento en un ratio de 1,7 veces deuda neta sobre ebitda.
Gestamp ha destacado que los volúmenes de producción de vehículos ligeros hasta septiembre se han situado en 59,7 millones de unidades, en niveles preCovid, pero un 0,6% inferiores a los de hace un año, por la caída de la demanda mundial. El presidente ejecutivo, Francisco J. Riberas, ha referido que los resultados “reflejan el momento incierto y volátil que está atravesando el sector y la ralentización en la transición al vehículo eléctrico, generando un escenario de inestabilidad”.
El ebitda se reduce un 7,4%, a 935,5 millones; de los que 293,6 millones han correspondido al tercer trimestre (299 millones, si se excluye el impacto del ‘Plan Phoenix’ en la región de NAFTA -Estados Unidos, Canadá y México-). Y el ebit cae un 20%
A pesar de todo esto, Gestamp ha logrado mantener bastante estables los ingresos, que sólo han descendido un 1,6%, a 8.926,8 millones. Eso sí, han superado en un 6,3% (a tipo de cambio constante) el crecimiento del mercado, gracias a la diversificación geográfica y la estrategia basada en la innovación. Por su parte, los gastos de explotación también se han mantenido estables, situándose en 8.149,1 millones (-0,8%).
En la cuenta de resultados la menor producción ha afectado sobre todo a la parte de ganancias. El ebitda se ha reducido un 7,4%, a 935,5 millones; de los que 293,6 millones han correspondido al tercer trimestre (299 millones, si se excluye el impacto del ‘Plan Phoenix’ en la región de NAFTA -Estados Unidos, Canadá y México-). El beneficio de explotación ha caído un 20%, a 405,4 millones. Por su parte, el beneficio neto se ha hundido un 43,7%, pasando de 225,3 millones a 126,8 millones. Y encima la deuda financiera neta ha ascendido a 2.436,7 millones, frente a los 2.235,3 millones de hace un año.
A la vista de todo esto, la familia Riberas ha tenido alegrías con los últimos resultados de CIE Automotive, de la que también es primer accionista (en concreto, con un 15,693%) pero no con los de Gestamp.