La salida del presidente de Santander UK, mejor dicho, el anuncio de su salida -martes 28- se ha producido pocos días después del revuelo provocado por Financial Times al publicar la supuesta intención de Ana Botín de vender la filial británica. Una información que la presidenta ya ha desmentido en varias ocasiones, siempre que ha tenido ocasión de hacerlo.
El Santander no tiene la menor intención de salir de Reino Unido, un mercado en el que ha ganado una media de 1.500 millones de euros anuales durante la última década. Los que sí quieren que se marche son los propios ingleses. No sólo eso, lo que quieren es que le venda la filial al Barclays.
Y, ¿qué tiene que ver esto con la dimisión de William Vereker? Pues todo y nada. El Santander fichó a Vereker como consejero en 2020 y en noviembre de ese mismo año fue nombrado presidente no ejecutivo de la entidad, un matiz clave porque Vereker, a pesar de no tener atribuciones ejecutivas, pretendía mandar mucho, animado por ese ‘nacionalismo’ británico que les hace sentirse superiores y rechazar a los malditos ‘españolos’ que toman posiciones en la city.
Naturalmente, como no podía ser otra manera, el anuncio de su salida fue extremadamente elegante, con palabras de agradecimiento por ambas partes. De hecho, no se marchará hasta que el banco no encuentre a su sucesor. Así da gusto. Luego habrá que ver hasta cuánto asciende su finiquito.
En definitiva, a la supuesta intención de vender Santander UK, Ana Botín ha respondido con el cambio en la Presidencia y redoblando su confianza en otro inglés, el consejero delegado, Mike Regnier.
No es la primera vez que los nacionalistas ingleses la emprenden contra una empresa española y muy probablemente tampoco será la última. Lo vimos con el Sabadell y su filial TSB.