El Gobierno Sánchez se ha dado cuenta, por fin, de que el escudo antiopas aprobado durante la pandemia para proteger a las empresas españolas, principalmente a las estratégicas, de capital extranjero, tenía un agujero que la convertía en una norma inútil: permitía la entrada de capital proveniente de Europa, aunque la matriz del fondo fuera extra-comunitario.

Es cierto que, en teoría, ningún país miembro puede vetar la entrada de capital comunitario en sus empresas, pero también lo es que no es lo mismo capital cien por cien galo que capital de origen australiano pero que pasa a través de una filial del fondo en Luxemburgo antes de entrar en una empresa comunitaria.

Eso se ha terminado o, al menos, es lo que pretende el Gobierno con el Real Decreto aprobada en el Consejo de Ministros celebrado este martes y a cuyo borrador ha tenido acceso Hispanidad.

En definitiva, el Ejecutivo se reserva la última palabra antes de autorizar la entrada de capital extranjero, aunque sea comunitario, en las empresas estratégicas de nuestro país, lo que resulta muy positivo. En cuántas ocasiones las empresas españolas no han podido entrar en países comunitarios por vetos de los gobiernos -vetos indirectos, que estas cosas se hacen mirando hacia otro lado-, mientras nosotros abrimos de par en par las empresas y los sectores estratégicos de nuestro país a capital extranjero. Por ejemplo, en el ferrocarril de alta velocidad.

Todo esto recuerda el disparate de Teresa Ribera, tras la entrada del fondo australiano IFM en Naturgy. Esto dijo la vicepresidenta sobre el perfil de IFM: “Es el de un fondo de pensiones de trabajadores de un sindicato australiano que aspira a inversiones estables y prolongadas en el tiempo, no es el perfil de fondos de capital riesgo con comportamientos más cortoplacistas”. En la sede de IFM siguen de fiesta.

Y para compensar el escudo, de suyo bueno para protegerse de fondos derpedadores -¿por qué hay que compensar?- el ministro de Industria, Héctor Gómez, asegura que España es un polo de atracción de inversiones. Pero, miren por dónde, no desglosan si se trata de inversiones financieras o de inversiones directas. Es decir, montar empresas en España. De esas hay pocas y sólo se instalan cuando hay subvenciones, preferentemente con fondos europeos. Somos los españoles los que debemos crear el tejido industrial español. Mejor privado, pero si tiene que ser púbico, que sea. El caso es industrializar.