BBVA, Telefónica, Indra... Pedro, no nos quieras tanto
Los entendidos -variante de los expertos y tan sólidos como éstos- aseguran que el guerracivilismo existente entre Gobierno y oposición en España no es una cuestión ni de patriotismo, ni de amnistía ni de las dos Españas: es una cuestión de faldas. Incluso los entendidos más 'ilustrados' recuerdan el 'cherchez la femme' que es igual de bobo pero queda mejor. Recuerden: si van a decir una tontuna exprésenla en lengua extranjera, inglés o francés, mismamente: el vacío que contiene se nota menos.
Pero cuando la política se vuelve corrala, es mejor reparar en sus consecuencias que en sus causas porque puede que, desde el punto de vista estrictamente económico, el problema no sea una España descristianizada y, por tanto, sin pulso moral: el problema puede ser lo que ya tenemos, una España paralizada donde la gente no vive, sólo sobrevive: la España irrespirable de Pedro Sánchez del que lo único bueno que puede esperarse es que pase cuanto antes.
El Ejecutivo está sonado y acorralado pero la ambición de Sánchez no se mantiene: crece. Por ejemplo, insiste en un segundo consejero en Telefónica, mientras Indra bosteza, a la espera de que Sánchez defina su política de Defensa
Tres ejemplos: BBVA, Telefónica e Indra. El numerito de la visita de Recep T. Erdogan, ese "gran amigo de España", según don Pedro, además de unos de los peores canallas del escenario internacional... y mira que hay competidores para tan poco honorable galardón, visita a España y la sesión magana de la cumbre hispano-turca, doblando el lomo ante el miserable ingeniero social de los armenios tendrá lugar en la Vela, la sede social del BBVA. Yo estoy dispuesto a pagar por contemplar el saludo con el que el CEO de BBVA, Onur Genç, describe al déspota de Ankara.
Pablo Ferrer ha definido perfectamente en Hispanidad el significado del numerito de hoy jueves en el BBVA. En pocas palabras, Moncloa mantiene secuestrado al segundo banco del país, dentro de su campaña para controlar, no sólo a los jueces y lo que aún es más grave y está pasando inadvertido, su ataque feroz a la libertad de prensa, sobre todo con sus ataques a la prensa independiente, sino su obsesión por controlar las empresas, sea pasando por caja, con el dinero de los demás, claro, de los ciudadanos, o a lo bestia, con el nombramiento de consejeros independientes afines al PSOE: "L'État c'est moi".
Carlos Torres está secuestrado por Moncloa y, además, sufre síndrome de Estocolmo con el gobierno socio-comunista, a pesar de que, por presiones de los separatistas catalanes, de los Puigdemont, el Ejecutivo ha tenido que ponerse oficialmente en contra de la, por otra parte, absurda OPA contra el Sabadell.
Mientras, en Telefónica, el enloquecido intervencionismo de Sánchez paraliza la compañía en el año de su centenario, cuando tenía decisiones pendientes, por ejemplo en Reino Unido y Alemania, así como en los nuevos nichos de negocio.
Y no se confundan: el Ejecutivo está sonado y acorralado pero la ambición de Sánchez no se mantiene: crece. Por ejemplo, insiste en un segundo consejero en la operadora.
Los empresarios españoles temen el abrazo del oso de La Moncloa. Los que han caído en él tratan de liberarse y los que no han caído no asoman la cabeza, no sea que se la vuelen
En Indra, la causa es la misma pero los efectos no. La parálisis es post-intervencionista. Así, la cotización marcha viento en popa pero la política de la industria de Defensa española, que como toda la industria de defensa depende del presupuesto público, por mor de la indefinición de Moncloa, más preocupada de controlarlo todo que de gestionar nada, continúa paralizada. Indra sabe lo que puede hacer y lo que no puede hacer... sólo que no le dejan hacerlo. Y una empresa puede vivir bien o mal, lo que no puede vivir es el limbo de la indeterminación. Que la esperanza española en materia de Defensa, en tiempo de guerra en Europa, siga viviendo de una división de consultoría, Minsait, que ha puesto en venta, tiene su aquel.
El ambiente general en el tejido industrial español puede describirse así: los empresarios españoles temen el abrazo del oso de Moncloa. Los que han caído en él tratan de liberarse o sufren síndrome de Estocolmo. Para ser exactos, tratan de que el oso no les abrace a ellos pero con una táctica un poco cobardona: esconder la cabeza para que no te la vuelen. Traducido a la gestión empresarial eso significa no invertir reducir y sobrevivir reduciendo costes. Ejemplos: los eres de Vodafone y de Ford, que no son malos por los empleos perdidos sino por los empleos que perderán las medianas, pequeñas empresas y profesionales y autónomos, que cuelgan de ellos.
Luego vendrán los dos grandes embusteros del Reino, el socialista 'fashion', Pedro Sánchez, y la comunista 'fashion', Yolanda Díaz, presumiendo de creación de puestos de trabajo. Sí, pero resulta que, sin entrar en otras consideraciones, se trata de puestos de trabajo de asistentas del hogar y de camareros, mientras España sigue perdiendo puestos industriales. Ya saben, los mejor pagados.