Goldman Sachs se ha convertido en el primer accionista de Santander y BBVA, con una participación del 7,4% en ambos bancos, principalmente a través de derivados, por un valor conjunto de 6.000 millones: 3.500 millones en el Santander y 2.500 millones en el BBVA.

Esa es la noticia que sorprendió a la city madrileña en la tarde del lunes. De una sola tacada y sin preaviso alguno, el banco que dirige David Michael Solomon adelantaba a Blackrock (5,4%), Dodge & Cox (3%) y Norges Bank (3%) en el Santander y a Blackrock (5,9%) en BBVA, según el registro de la CNMV.

Ahora bien, ¿qué hace uno de los mayores bancos de inversión del mundo tomando posiciones significativas en las dos mayores entidades españolas? Porque el objetivo de Goldman no es el mismo que el de los fondos de inversión como Blackrock, hasta ahora primer accionista de Santander y BBVA, cuyas posiciones financieras miran al largo plazo.

No, el espíritu de Goldman no es de permanencia, de socio financiero. La entidad que dirige David Michael Solomon tiene, por un lado, un objetivo especulativo, esto es, compro barato y vendo caro y, por otro, un objetivo corporativo. Ambos van de la mano de tal manera que en una operación corporativa -por ejemplo, que Deutsche Bank compre esa participación- la cotización se podría disparar propiciando un pelotazo en toda regla.

Otrosí: una participación del 7%, aunque sea a través de derivados y no lleve aparejados derechos de voto, que no alcanzan el 1% en ningún caso, es lo suficientemente importante como para, en un momento dado, poder desestabilizar el valor de la acción.

Y todo esto se produce en pleno proceso de Unión Bancaria que, aunque lento, sigue su curso y en el que tanto Santander como BBVA están llamados a jugar un papel destacado, bien juntos o por separado.

En definitiva, la presencia destacada de Goldman en ambas entidades ha provocado, primero sorpresa y luego, cierta inquietud, porque lo más probable es que no se trate únicamente de una operación financiera. Y eso Solomon lo sabe.