El fallo de la jueza del Tribunal de Distrito de EEUU para el Distrito Este de Virginia, Leonie Brinkema, sentencia que “Google ha participado deliberadamente en una serie de actos anticompetitivos para adquirir y mantener un poder monopolístico en los mercados de servidores de anuncios para editores e intercambios de anuncios para la publicidad gráfica en la web abierta”.

Esto es bello e instructivo porque reconoce algo que venimos denunciando en Hispanidad desde hace años: Google es parásito y ladrón, además de censor. Parásito porque coge los artículos de los medios de comunicación y se apropia de gran parte de la publicidad que les corresponde. Y, por si esto fuera poco, además, censura a la prensa libre, crítica con el pensamiento único, relegando sus noticias a la página 20 de las búsquedas aquello que no lee nadie. 

Google es, sin duda, el instrumento más eficaz del pensamiento único que fomenta el Nuevo Orden Mundial (NOM). Y ya saben, si alguien discrepa de ese pensameinto único, es un ultra, un negacionista y, en líneas generales, un cavernícola.

Fue el presidente y CEO de Gannett, el mayor editor de periódicos de EEUU, junto al Senado de Canadá, quien denunció a Google por monopolio publicitario, en junio de 2023: “La publicidad digital es el elemento vital de la economía online. Sin una competencia libre y justa por ese espacio publicitario digital, los editores no pueden invertir en sus equipos de redacción”, afirmó.

Google lleva el monopolio en la sangre y las prácticas anticompetitivas se extienden al terreno de las búsquedas (Google Search), cuyo juicio entrará en una segunda fase en los próximos días. Hablamos, en definitiva, de los dos pilares fundamentales del negocio de Google: las búsquedas y la publicidad online. Conviene recordar que el 78% de los ingresos de Alphabet, la matriz de Google, son generados por la publicidad en internet. Publicidad que, insistimos, le ha robado a los medios de comunicación.

La empresa que dirige Sundar Pichai ya ha anunciado que recurrirá la sentencia de Brinkema, como también recurrió la de Google Search. En cualquier caso, la segregación de la compañía, como fue la de AT&T o de la petrolera Standard Oil, está cada vez más cerca. Ojalá no se demore mucho y signifique el final del abuso de posición dominante de la compañía y la liberalización real de las búsquedas y la publicidad en internet.

Todo esto sucede en EEUU, porque Europa advierte mucho pero al final se arruga, incluso a la hora de imponer multas y sanciones, como la de 1.490 millones que anuló en septiembre de 2024, precisamente por posición dominante en publicidad.